La fidelidad es el arte de enamorar a lo largo del tiempo, leí en un libro este verano. Ninguna definición es perfecta ni exhaustiva, pero esta me gustó por varias razones.
La idea que expresa en su conjunto es que la fidelidad es una actividad. No es pasiva ni solo preventiva. No se trata tanto de evitar, de blindar, de eludir como de hacer. Por eso, Ortega y Gasset pudo afirmar en sus “Estudios sobre el amor” que “el instinto tiende a ampliar indefinidamente el número de objetos que lo satisfacen. Por contra, el amor tiende al exclusivismo. Nada inmuniza tanto al varón para otras atracciones sexuales como el amoroso entusiasmo por una determinada mujer”.
fidelidad es una actividad
Quizás, lo más sugerente de la definición es que esa actividad en que la fidelidad consiste es nada menos que enamorar. ¿Quién es fiel? El que enamora. ¿Quién enamora? El que es fiel. ¿Y qué significa enamorar? En-amor-ar significa mantenerse en el espacio del amor de manera activa (el prefijo “en” indica espacio; el sufijo “ar” transforma el sustantivo amor en verbo, en acción).
Además, la fidelidad es un arte. Como todo arte, tiene su parte de técnica. Hay mucho escrito sobre el amor, y uno puede aprender nuevas formas y modos de amar. Puede aprender a escuchar mejor, a hablar más amablemente, a estar más atento, a ser más delicado, a comprender más perspicazmente, a elegir y preferir al amado cada día, a conocer sus gustos, a disfrutar juntos de verdad, a construir un ‘nosotros’ lleno de contenido y muchas cosas más. Pero en esto del amor nadie tiene la última palabra. Los grandes artistas han dominado la técnica -un mínimo de pericia es necesario para cualquier arte-, pero han sido conscientes de que lo que hacía su arte especial era su propia creatividad. Lo mismo sucede en el arte de amar: se pueden aprender muchas cosas con lecturas, conferencias o ejemplos, pero, a la hora de la verdad, el artista -los artistas, en este caso- se encuentra solo ante la obra de arte de su amor.
la fidelidad consiste de darse a lo largo de tiempo, de todo el tiempo
Por último, el «enamorar» en que la fidelidad consiste de darse a lo largo de tiempo, de todo el tiempo. Una fidelidad a término o intermitente deja de serlo. Aquí no hay término medio: quien es fiel no es infiel y quien es infiel deja de ser fiel. La apuesta ha de ser, pues, por una fidelidad que se proyecte al tiempo de una vida.
Según esta definición, quien abandona conscientemente el arte de enamorar a la persona que ama deja de ser fiel. Puede haber momentos malos, torpezas, tropiezos, equivocaciones y toda clase de obstáculos. Lo importante es no desertar, no desanimarse, volver una y otra vez a en-amor-ar a quien ya amamos y queremos amar.