En un artículo publicado en Ecclesia, el doctor Martínes-Sellés, presidente del Colegio de Médicos de Madrid, hace una descripción del panorama desolador que se presenta tras la aprobación del anteproyecto de la ley del aborto. «En vez de intentar evitar esta lacra de nuestra sociedad, nuestros gobernantes parecen interesados en promoverla, quitando la obligatoriedad de proporcionar información, eliminado el corto periodo de reflexión de tres días, extendiéndolo a las chicas de 16 y 17 años sin permiso paterno …».
Asegura que la esencia de la profesión médica es el compromiso por la defensa de la vida.
Ante esta situación ¿qué propone?
1.- Informar a través de los medios de que disponemos como las redes sociales, medios de comunicación, etc. Destaca, entre otros, el bien que está haciendo la película Unplanned.
2.- Trabajar el día antes para no tener que llegar al día después. «Una formación que difunda la cultura de la vida desde la fecundación, especialmente en niños y en jóvenes. Es apremiante dar a conocer la realidad biológica de vida intrauterina».
3.- Luchar para que haya ayudas a la maternidad. «Denunciemos las instituciones que promueven el aborto. Luchemos de la mano de la belleza de la vida, desde el amor al prójimo, con el convencimiento de tener la razón de nuestro lado, pero luchemos con paz, tranquilidad, respeto y firmeza.»
4.- Apoyar a los discapacitados. «Pero apoyarlos siempre, toda aquella persona con minusvalías, discapacidad o diversidad funcional merece respecto desde su concepción. Resulta un contrasentido promover los derechos de los discapacitados ya nacidos mientras se guarda un silencio cómplice ante la masacre continua y discriminatoria de miles de hijos antes de nacer.»
5.- Orar. Aunque la vida es defendibles desde el punto de vista humano/ antropológico, «los que tenemos la suerte de tener fe, nos encontramos con más motivos para defender la Vida y un arma muy potente para hacerlo: la oración. Es muy necesario rezar por las mujeres que abortan, por sus hijos mártires antes de nacer, por los profesionales que, traicionando su juramento hipocrático, lo practican, por los gestores de abortorios».
El artículo completo puedes leerlo en Ecclesia