Queridos amigos, hermanos todos, deseo que estéis bien y que paséis de la mejor forma posible esta ola de calor que vivimos, al menos en España, en mi tierra hace verdadero calor.
Hoy vengo a hablaros de algo que comprendí hace poco. Miren, muchas veces me pregunté que sería de aquellas personas que no asisten a la iglesia, que no conocen (e incluso no quieren conocer) a Jesucristo, y que reniegan de Él. Muchas veces pensaba que esas personas estaban completamente perdidas y que solo en la Iglesia hay salvación. Maldito sea mi pecado, pues caí en la soberbia de pensar que solo aquellos que vamos con habitualidad a misa y que tratamos de seguir de la mejor forma posible la Palabra de Dios, iríamos al cielo.
Más en buena parte creo que estaba equivocado. No vengo a contradecir la palabra de la Santa Madre, ni la de Dios por supuesto pues la misma es clara y dice que solo a través de Jesucristo existe la salvación. Y es así, Cristo es Dios y es verdadero, y solamente con Él encontramos la salvación para nuestra alma. Pero el otro día comprendí que no solamente Dios está en los que tratan de serle fieles, si no en cada uno; Dios ama a todas las personas irremediablemente y quiere la salvación de cada uno.
El otro día, como decía, fui a jugar un partido de futbol, y un compañero sufrió una lesión. Inmediatamente gritó todos se abalanzaron sobre él para asegurarse de que estaba bien y prestarle ayuda; y en ese momento comprendí que todos tenemos pinceladas del amor de Dios en nuestro corazón. Da igual que uno crea o no, Dios cuando crea a la persona imprime en su corazón las pinceladas de lo que se llama Ley Natural y que hace que todos sepamos que matar o robar es malo, o que debemos ayudar a una persona que se encuentra en apuros.
Naturalmente que esto, aunque es bueno, no es completo. Para ser completamente felices, para ver totalmente a Dios es necesario no quedarse ahí, no solamente no hacer el mal, si no hacer todo el bien que esté en nuestra mano y además conocerle. ¿La razón?, muy sencilla: Si todos los días alguien te da de comer algo muy muy rico, y te deleitas con ello, ¿No querrías conocer a esa persona para que te enseñe y así lo disfrutes mejor?. Disculpadme si os parece ridículo el ejemplo pero creo que se explica bien; si haciendo el bien uno se siente feliz, por supuesto que todo el mundo querría conocer a quién de donde procede la felicidad completa.
Por eso queridos amigos, pensemos que Dios está en el corazón de cada uno, unas veces ayuda a través de ahí y otras te pide ayuda, unas veces lo verás evangelizando y otras pidiéndote que lo evangelices, sabiendo sobre todo que Dios nos ama tanto que quiere que tengamos la plena felicidad. ¡Atrevámonos a dar ese “pasito” de más!. Un saludo y buen verano.
Carlos G.M.