Dios es nuestra fuerza

Cambiar el mundo

Sin Autor

Queridos amigos, ¿Qué tal estáis?. Deseo de corazón que estéis bien, en España al menos estamos pasando una ola de calor horrible y a duras penas puede uno trabajar o estudiar sin tirar de agua a cada rato. Espero que por Latinoamérica el clima esté “más fresquito”.

El otro día tuve una pequeña experiencia que quisiera compartir con vosotros. ¿Nunca habéis tenido la sensación de que estáis cargados de energía y no sabéis como liberarla? Pues fue eso básicamente lo que me pasó, desde por la mañana me levanté muy enérgico, pude aprovechar numerosas horas de estudio casi sin perder la concentración, pero es que al acabar el día seguía estando igual de activo, por eso decidí irme a hacer 2 horas de deporte. Y aunque os sorprenda, al acabar no estaba prácticamente cansado.

El caso es que mientras hacía deporte estaba reflexionando, iba pensando y haciendo oración en aquellos momentos en los que no me distraía con un coche que pasase o cualquier ruido que la naturaleza me ofrecía. Pensaba lo débiles que podemos llegar a ser, somos realmente frágiles y nuestra fuerza es limitada. Pero en aquellas ocasiones en que Dios nos lo concede, podemos con todo. No en vano dice, ese hermoso texto, repetido hasta la saciedad y conocido por todos: “todo lo puedo en Jesucristo, que me fortalece.”

Y es que realmente es así queridos amigos, la fuerza no la tenemos nosotros, nos la da Dios, que es infinitamente fuerte. Si de nosotros dependiese, no nos levantaríamos ni de la cama. A veces me entristece ver como algunas personas dicen: “confío en mí, en mi fuerza.” No querido amigo, está bien eso, pero hasta cierto punto, puesto que como decía antes, si Dios no lo consiente nada podemos hacer. Es bueno reconocer que tenemos talentos y por supuesto darle gracias a Dios por regalárnoslos, pero mejor es aún se consciente de nuestra propia debilidad y decir: “gracias Señor, porque sin ti yo nada podría hacer.”

Es expresión máxima de la humildad, el saberse tan pequeño y dejarse llevar en brazos de quién con toda certeza sabemos que nos ama. Tampoco existe mejor forma de vivir. Al igual que el niño pequeño, ya consciente de su existencia confía en la protección y en el cariño de sus padres que impedirán que le suceda nada malo, así igual deberíamos nosotros confiar en nuestro Padre, que con su amor nos mantiene y nos da la fuerza necesaria para cada día. Y en aquellos días en los que uno esté muy cansado acordémonos: Venid a mi los que estéis fatigados que yo os daré alivio.

Pues queridos amigos, ojalá aprendamos a sabernos pequeños y a poner en manos de Dios todos nuestros proyectos e intenciones, pues Dios es la fuerza de todo lo que existe. Sin más, ¡os mando un abrazo y deseo que este clima no os resulte muy agobiante!.

Carlos