El silencio bien orientado es algo que siempre ayuda. En mi caso, soy creyente, me centra en lo importante que es Dios, y a partir de ahí me ayuda a vivir la fe. Acudo al silencio cuando estoy sola, rezo y ofrezco mi día al Señor. El silencio nos ayuda a pararnos, a tener una relación personal con Dios.
Hay quienes, a través del silencio, dicen que hacen un viaje del “ego” al “yo profundo” y hablan reiteradamente de la autoafirmación, obviando el sentido de trascendencia al que los creyentes estamos llamados. Buscan la salvación a través de la propia voluntad humana. Y, partiendo del silencio, invitan a centrarse únicamente en una fascinación demasiado grande por la naturaleza, utilizando una serie de técnicas orientales como: posturas del cuerpo, tipos de respiración, vaciamiento interior… Se trata con todo ello de promover el discurso de la “Mística Natural” contraponiéndola a la Mística cristiana.
La Nueva Era o New Age, se refiere a una serie de prácticas y creencias espirituales o religiosas venidas de Oriente que crecieron rápidamente en el mundo occidental durante la década de 1970. Las ideas y objetivos de la Nueva Era recogen también elementos del espiritismo, terapias alternativas, psicología trans-personal, ecología profunda, astrología y otras corrientes.
El “dios” de la Nueva Era no es el Dios trascendente, sobrenatural, que interviene en la historia y que nos ama, que establece una alianza con sus Mandamientos; el “dios” al que invocan no es más que la “energía interior” de cada persona. Y conectarse con ese “dios” es conectarse con nuestro propio ego, con “nuestro yo interior”.
El hombre, para los que siguen este tipo de técnicas orientales, se “cristifica” a sí mismo, no necesita de Cristo. Para ellos, Cristo no es el Salvador del mundo, sino tan solo un ejemplo de lo que el hombre puede lograr por sí mismo. Como no aceptan ninguna revelación, cada cuál puede construir un “dios” a su manera.
Dentro de la Iglesia Católica, desde una teología secularizada, se infiltran errores de la mística oriental en ambientes eclesiásticos por una confusión entre lo natural y lo sobrenatural, llegando a afirmar que todo lo natural es sobrenatural y se promueven retiros de silencio interior, tratando de asumir filosofías pseudobudistas.
“En la nueva era traída por Cristo, explicó el Papa S. Juan Pablo II a los jóvenes el 26 de agosto de 2004: Dios y el hombre, hombre y mujer, humanidad y naturaleza, estarán en armonía, en diálogo, en comunión… Es peligroso aceptar conceptos evanescentes de lo sagrado que presentan a Dios bajo la forma de energía cósmica, o de otras maneras no acordes con la doctrina católica. ¡Jóvenes, no creáis en falaces ilusiones y modas efímeras que no pocas veces dejan un trágico vacío espiritual!”
Los católicos no necesitamos estos encuentros; es una pena que se confunda a la gente con estos recursos ya que se apartan esencialmente de la Doctrina de la Iglesia y por consiguiente de Dios.
Beatriz Melguizo
Publicado en Sevillainfo