Impresionante carta testimonio de Amparo y Jorge.
Y ofrecen su primer hijo a Dios, desde el vientre materno y por medio de la Virgen de la Vocación. ¡Brutal!
«Querido Padre Dios …,
Nos sentimos tremendamente agradecidos por haber participado, en este domingo, de la Eucaristía la esta Iglesia de Santa Catalina, que ya es como nuestro hogar.
Gracias porque nos alimentas con el Pan de la Eucaristía que tu Hijo nos dejó, hasta que Él vuelva, junto al mandato del amor que hoy hemos escuchado en el Evangelio.
Es este amor, la señal por la que somos discípulos tuyos, el que nos unió a los dos en esta vocación matrimonial hace un año, y que día a día vivimos en respuesta a la llamada que tú nos has hecho.
Y gracias a esta llamada vocacional de darnos el uno al otro, te queremos agradecer el fruto del amor que nos has regalado en la espera inminente de nuestro primer hijo, al que vamos a llamar Juan Pablo.
En este día, en el que hemos orado por las Vocaciones, te lo queremos ofrecer desde el vientre materno de Amparo. Como el profeta Jeremías (Jer 1,5), te pedimos: conócelo, Señor, y conságralo y haz de él tu siervo.
Si el día de nuestra boda nos comprometimos a recibir de ti los hijos, y a educarlos según el Evangelio de tu Hijo Jesús y con la propuesta humana, moral y espiritual de la Iglesia, hoy volvemos a comprometernos a hablarle de la vocación. ¡Para que sea santo!
— Que sea santo si lo llamas a la vida sacerdotal, pues sabemos gran a la labor que los sacerdotes hacen con nosotros dos acompañándonos, predicando la Palabra y celebrando los sacramentos, como el Padre Vicente o los sacerdotes operarios de Santa Catalina.
— Que sea santo si lo llamas a la vida consagrada, que pueda vivir evangélicamente la obediencia, la pobreza y la castidad en la gran riqueza de carismas que has regalado a la Iglesia o en la oración continuada del claustro. Nos maravilla la experiencia que hemos tenido de las religiosas que nos han educado en nuestra etapa escolar y las que hemos conocido en la vida contemplativa.
— Que sea santo si lo llamas a la misión fuera de nuestra tierra, o al apostolado comprometido como laico, para que pueda hacerte presente allá donde lo lleves y entre quienes compartan su vida por medio del trabajo profesional, y así pueda transformar este mundo según tu voluntad.
— Que sea santo si lo llamas, como has hecho con nosotros, a la vocación matrimonial, para que sepa darse y entregarse por amor y con amor, vivir en fidelidad y haciendo crecer la gran familia de los que somos, hoy y siempre, los discípulos de tu hijo, Jesús.
A ti te lo ofrecemos, por medio de la intercesión de la Virgen de la Vocación. Si ella concibió en su vientre al fruto bendito de tu Amor eterno con su «Hágase», bendice y toma desde este momento al fruto bendito del nuestro. Nosotros lo acompañaremos y educaremos para que cuando Tú lo llames él te diga: «¡Habla Señor, que tu siervo escucha! (1 Sam 3,10)». Amén.»
Conoce a la labor en Pastoral Vocacional dela Hermandad: https://pastoraldelavocacion.org/