Jesús, esta Semana Santa no quiero ser un espectador lejano, quiero estar contigo, acompañarte de verdad.
Déjame estar a tu lado como Pedro, aunque haya caído, quiero llorar mi traición y amarte más.
Déjame seguirte como Juan, sin soltarte, aunque todo se oscurezca, aunque duela.
Quiero limpiar tu rostro como hizo la Verónica, sin miedo al qué dirán, con ternura valiente.
Déjame ser el Cireneo, que te ayuda a llevar la cruz, aunque al principio no entienda, aunque no lo haya elegido.
Quiero consolarte como las mujeres de Jerusalén, que lloran contigo y te reconocen como el Inocente.
Quiero convertirme como Dimas, el buen ladrón, y mirarte en la cruz con la esperanza de tu Reino.
Hazme como Nicodemo, que en el silencio de la noche buscó la verdad, y cuando todo parecía perdido, te dio sepultura con amor.
Como José de Arimatea, que arriesgó su nombre por darte descanso.
Déjame llorar a tus pies como María Magdalena, amiga fiel hasta el final.
Quiero estar junto a tu Madre, Santa María, y no despegarme de su mirada firme en medio del dolor.
Quiero ser como Longinos, y que mi corazón se abra al ver tu costado traspasado.
Jesús, esta Semana Santa no quiero quedarme fuera. Hazme uno más de tu historia de amor. Permíteme vivir cada momento contigo, caminar cada paso, cargar cada cruz, perder mis seguridades y abrazar tu voluntad.
Jesús, yo esta Semana Santa quiero acompañarte… como todos ellos… pero sobre todo, como yo mismo, con lo que soy, con mi fe y mis dudas, con mi amor débil pero sincero.
Tómame de la mano y llévame contigo, hasta la cruz… y hasta la vida nueva. Amén.
Equipo de Jóvenes Católicos
