Año jubilar de la Esperanza

Cambiar el mundo

Sin Autor

Perdón, alegría y renovación.

Este 2025 la Iglesia celebra el Año Jubilar de la Esperanza. De acuerdo con la Tradición Católica, cada 25 años se proclama un Año Santo o Jubilar. El Jubileo permite a los cristianos recibir indulgencias, así como la oportunidad de reconciliarse con Dios y hacer un ejercicio de renovación de fe. Este Jubileo, probablemente más que nunca, se presenta como una ocasión oportuna y necesaria, dada la situación que ha atravesado la humanidad en los últimos años, especialmente los más jóvenes.

Considero que la sociedad actual vive sumida en el estrés, el agobio, la frustración y el inconformismo. Todo ello es, a mi parecer, consecuencia de experimentar un vacío inmenso, de padecer una sed que nada sacia, porque el mundo ha optado por vivir como si Dios no existiera. Ante semejante coyuntura, los católicos debemos ser la luz del mundo. (Mt 5:14). Tenemos la obligación ser luz entre las tinieblas que rodean el mundo.

Como señalaba en el párrafo anterior, pienso que los católicos tenemos esa responsabilidad. No obstante, creo que muchos de nosotros, yo el primero, estamos fracasando en nuestra empresa. Muy probablemente porque ante las tribulaciones de la vida presente, tendemos a buscar respuestas en el mundo y no en Dios. Debemos, por tanto, confiar, ser ejemplo, no repetir palabras vacías y vivir con coherencia, con alegría y sobre todo con esperanza, siendo conscientes de nuestra misión y nuestro propósito. Cargamos a nuestras espaldas con el propósito no solo de ser salvos sino de ayudar a que otros lo sean.

Somos pecado, debemos reconocer humildemente nuestras fallas y carencias y ansiar con todo nuestro corazón ser lavados, perdonados y renovados, porque, por encima de todo ello, somos amados. Vivamos con esperanza, confiando en el Señor, en su inmensa bondad y misericordia.

Algo que me ayuda a caminar por el sendero correcto, a no perderme y a seguir confiando, es leer el Salmo 23, el Salmo de David; cada vez que recito la primera frase, esta retumba en mi interior, El Señor es mi pastor; nada me falta.

El Papa Francisco ha anunciado que el lema del Jubileo 2025 será «Peregrinos de la Esperanza». Este lema nos invita a caminar con fe y confianza en Dios, recordando que el mundo necesita esperanza en medio de las dificultades.

Como he venido señalando desde el comienzo de mi reflexión, la respuesta a tanta incertidumbre, miedo y frustración reside en la esperanza, en la confianza en el Señor. Por tanto, que mejor lema para sintetizar lo que cabría esperar de este Año Santo.

Con respecto a cómo vivir este Jubileo, los cristianos estamos llamados a practicar la misericordia a través del perdón y el servicio a los más necesitados; vivir con alegría y esperanza; renovar nuestra fe, participando en la oración, la Eucaristía y el estudio de la Palabra de Dios y, sobre todo, buscar la indulgencia plenaria, que nos ayuda a purificarnos y a reconciliarnos con Dios.

Los fieles corremos un riesgo y es que convirtamos el Jubileo que, como hemos señalado, tiene como fin último la renovación total, el perdonar y ser perdonados, en una mera experiencia de turismo religioso. Muchos de nosotros a lo largo de este año peregrinaremos hasta Roma para vivir esta experiencia, pero, precisamente por ello, debemos tratar de no dejarnos llevar por las distracciones del mundo y vivirlo desde dentro.

Un Jubileo que se reduzca al turismo no sirve. Ese es el verdadero riesgo, por ello, el Papa ha extendido el Jubileo a todas las diócesis, para que también cada persona en su ciudad pueda celebrar el Jubileo sin necesidad de viajar. Lo importante no es la necesidad de viajar, sino el Jubileo, la capacidad de perdonar, de sanar todas esas heridas del alma que padecemos y que, en ocasiones, tanto nos cuesta reconocer.

Por ello, y con objeto de sintetizar mi reflexión, concluyo, vivamos este Jubileo, con esperanza, con la alegría de sabernos amados, con espíritu de renovación, de ser perdonados y vivir en gracia, siendo luz en el mundo por aquellos que tanto lo necesitan. Aprovechemos esta ocasión para reconciliarnos con el Señor. Parafraseando al Papa Francisco: “¡Dios perdona siempre! No se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, pero, Él no se cansa de perdonar.”

Francisco Javier Alba Martín