Al John Madrilejos Clet, de 23 años, es un seminarista filipino que reside en Pamplona, en el seminario internacional Bidasoa. Se encuentra en España estudiando tercero de Teología en las Facultades Eclesiásticas de la Universidad de Navarra porque su diócesis le ha mandado a formarse a nuestro país.
Pertenece a la diócesis de Legazpi, Filipinas, y cuenta cómo se encendió la llama de la vocación en su interior: «De pequeño, mi abuela me llevaba siempre a la Iglesia, ella es una mujer muy religiosa y me enseñó lo qué es la Iglesia. Me llamó mucho la atención el hombre que ‘vestía con colores diferentes en Misa’. Luego, con 10 años, me hice monaguillo. Fue cuando aprendí un poco más la misión de este hombre que vestía con casulla y colores y que era el sacerdote».
Después, su madre le ingresó en el colegio del seminario menor de su ciudad para estudiar la Primaria En el seminario san Gregorio Magno continuó sus estudios hasta el Bachillerato.
«Al finalizar el Bachillerato, me di un tiempo para pensar si iba a proseguir con el camino del sacerdocio y entrar en el seminario mayor, ya como seminarista.
Mi padre me preguntaba si quería continuar, porque tenía un plan diferente para mí. Tras meses de oración, decidí continuar en el seminario mayor Mater Salutis. Mi padre no dudó en apoyar mi decisión», expresa Al John, el mayor de tres hermanos.
En España está feliz. Para él, existen similitudes en cuanto a las creencias de nuestro país y Filipinas desde que fueron colonizados. «Quiero centrarme más en las prácticas religiosas que tiene España desde el punto de vista de un filipino. La liturgia es muy bonita, porque aquí en España están presentes cosas que no usamos en Filipinas, como la dalmática de un diácono y el paraguas procesional que se usa al exponer el Sacramento», explica Al John.
Le llama la atención las iglesias españolas, que rezuman un ambiente propicio y tranquilo para rezar y asistir a Misa. «Sin embargo, me entristece un poco cuando veo que los templos en los que he estado, sobre todo en Madrid y Barcelona, están medio vacíos, no acude mucha gente. Y yo me pregunto: ¿es el resultado de la secularización o una falta de fe de esta generación?», confiesa este joven seminarista.
«Como parte de un pueblo amante de María, esta veneración y relación con nuestra Madre nos ayuda a los filipinos a seguir viviendo nuestra fe bajo el cuidado maternal de la Virgen María. Es una gran ayuda para las vocaciones y, sobre todo, para las vocaciones españolas. España debe continuar y conservar la fe que una vez nos fue transmitida a nosotros los filipinos».
Como todos los seminaristas de Bidasoa, Al John está muy agradecido a los benefactores por la ayuda financiera que hace posible sus estudios y formación en España. «Gracias por todas las ayudas que nos dan, todos ustedes nos brindan la oportunidad de formarnos en lugares increíbles como es la Universidad de Navarra. Rezo por sus intenciones».
Fuente: Fundación CARF