La Cuaresma (del latín quadragésima) comprende los cuarenta días desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo. Un tiempo de preparación marcado por la oración, la penitencia y el ayuno, según el modo establecido por el Señor para celebrar la Pascua, la fiesta más importante del tiempo litúrgico.
Su origen se remonta al siglo II del cristianismo, como indica la “Didaché”. En el siglo siguiente, en la Iglesia de Alejandría, también se vivía esta preparación espiritual. Este tiempo invita a un combate espiritual intenso, mediante la penitencia para conseguir la gracia.
En la Sagrada Escritura la simbología de los “cuarenta” está muy presente, en más de 90 ocasiones, con un profundo significado teológico y espiritual. Por ejemplo, los 40 días del diluvio exterminador, salvo el arca del justo Noé, hasta establecer una alianza (arco) con Dios; los 40 días de purificación de Moisés en el Monte Sinaí, hasta recibir las Tablas de la Ley; los 40 años de éxodo del pueblo de Israel por el desierto, como castigo por dudar de la promesa de Dios, hasta alcanzar la Tierra Prometida; 40 días caminó Elías hasta el Monte Horeb; 40 años reinaron los jueces de Israel como Débora, Gedeón u Otoniel; 40 años reinaron los tres primeros monarcas de Israel: Saúl, David y Salomón; 40 días profetizó Jonás en Nínive, llamando al arrepentimiento de sus pecados, para evitar la destrucción de la ciudad; 40 días después del nacimiento de Jesús fue presentado en el templo por María y José; 40 días ayunó Jesús en el desierto, antes de ser tentado por el demonio.
En estos cuarenta días, la sociedad jiennense, representada por la iniciativa de asociaciones de laicos bautizados, a través de las cofradías y hermandades, se prepara con diversos actos para obtener el mayor provecho espiritual en este tiempo. Las 21 cofradías de la capital del Santo Reino son un claro reflejo de la religiosidad y fervor popular. En estas semanas sus agendas se llenan de actividades con la presentación de carteles, triduos, quinarios, septenarios, novenas y pregones; la limpieza de las candelerías, cursos de formación, conferencias y catequesis, besapiés, besamanos y conciertos de música.
Me han llamado la atención los actos de culto y de preparación de la cofradía de los Estudiantes en esta cuaresma. Ayer jueves por la tarde, se celebró una Vigilia de adoración al Santísimo Sacramento y a la imagen del Santísimo Cristo de las Misericordias —el Cristo de Bambú cuya imagen se atribuye a Salvador de Cuéllar—, en el monasterio de Santa Clara. Durante el Triduo estaba previsto que se administrara el sacramento de la Penitencia. Esta tarde, después de la Santa Misa, se celebrará un Vía Crucis con traslado del Cristo de las Misericordias hasta la Merced, recorriendo las estrechas callejuelas del casco antiguo, a los pies del Castillo.
Lo mismo podría decirse de otras cofradías, como la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la más numerosa y la que despierta mayor fervor popular. La del Cristo de la Buena Muerte, con sede en la Catedral; la Estrella, en el convento de las dominicas; la del Perdón, en la parroquia de Cristo Rey, o la Vera Cruz, que procesionó al comienzo de la cuaresma.
Recientemente la Fundación BBVA publicaba una encuesta sobre el papel de la religión en nuestras vidas. Aunque el 53% de los españoles afirman pertenecer a alguna religión, dentro de este grupo, el 86% se declara católico; sin embargo, el nivel de religiosidad en España es muy bajo, sólo el 3,7% en una escala de 0 a 10.
Lo más alarmante es que la mayoría de los encuestados coinciden en que “la religión no da respuesta hoy a cuestiones importantes de la vida”. Traigo a colación estos datos, con la esperanza de que el fenómeno religioso que surge en torno a las cofradías, ofrezca una respuesta a los interrogantes y necesidades diarias de las personas. Que no se limite a un aspecto cultural, artístico o sentimental, sino que su mensaje llegue al corazón y a la cabeza, para que ayuden a una verdadera conversión.
Hay un peligro mortal para la Iglesia, vivir este tiempo como si Cristo no existiera. El Año Jubilar anima a preparar la cuaresma para estar más cerca de Jesús, con un compromiso por la fraternidad, el cumplimiento de nuestras obligaciones y una buena confesión.