El amor, la cuaresma es la antesala en la que debemos conocer más a Cristo, llegando a experimentar su pasión. Como decía Santa Ángela de la Cruz “nadie vive sin su cruz, y quién huya de la suya encontrará una aún peor”, y nosotros no somos menos, y este tiempo es idóneo para reflexionar sobre dicha cruz, de abrazarla, o como dice un amigo, es tiempo de cambiarla de hombro.
En este tiempo vemos, como se preparan las personas para la pasión de Cristo, vemos catequistas intentando que los niños aprendan lo que este acontecimiento significa para los cristianos, abrimos casas de hermandades que entre sus zaguanes dejan ver como jóvenes cristianos limpian a destiempo y deshoras tanta plata, juventud bendito tesoro.
Nos encontramos con pregoneros que estrenan atriles, bandas que regalan acordes al frío de muchas noches… pero no podemos olvidar quién es el justo merecedor de toda esta entrega, que no se nos olvide una visita al santísimo, un padre nuestro que una hermandad, formemos juventudes cristianas y dejemos de lado el odio, ablandemos corazones que no nos pase como al joven rico. Incrementaremos estos días nuestro trabajo, nuestra entrega a cristo, que lo haga también nuestra fe, démosle un motivo a tanto esfuerzo.
Es necesario que defendamos nuestra fe, más aún ahora por los delitos cometidos contra aquellos que no dudaron en defenderla, Todos somos iglesias, no caigamos en el error de que iglesia es un edificio o que más que este lo es el clero, nosotros somos iglesia, y volviendo a la cita de Santa Ángela, todos tienen una cruz, pero poner la otra mejilla frente a los ataques hacia nuestra fe es la cruz conjunta que tenemos todos los cristianos.
Este tiempo es idóneo para defender nuestra fe, abrazar nuestra cruz, y dejar que cristo entre en nuestras vidas y decirle “aquí me tienes, este soy yo y esto es lo que puedo ofrecerte”, entonces, ahí podremos recordar la cita de la mendiga en el templo que le dio a Cristo lo poco que tenía. ¿por qué pasará así? Por el amor, este es la antesala, la que nos introduce a nuestra nueva vida, a la vida en Cristo. Utilicemos este tiempo que Dios nos da para acercarnos a él y ganarnos el cielo aquí en la tierra, y hagámoslo por amor a Cristo y por amor a María, por el amor.
Jaime Santos Muñoz