Alguna vez alguien me ha preguntado ¿Qué aporto yo a la llamada De Dios, a la vocación?
Algo tiene que aportar el hombre porque la realidad es que sin su respuesta la vocación no termina de perfilarse.
La respuesta la encontramos en Nazaret, en la casa de una joven doncella. Allí Ella, mientras reza, es capaz de pronunciar la palabra que cambia la historia: Hágase.
El hombre lo que aporta a la llamada es obediencia: docilidad.
En la historia de cada llamada que ha terminado perfilándose se encuentra un ‘Hágase’. Por eso cuando muchos dicen: Es que no se lo que Dios me pide. Habría que preguntarles si están dispuestos a obedecer lo que Dios les pide porque, puede ocurrir, que por no querer obedecer sean incapaces de ver y escuchar.