Manuel, con 24 años, de padre ateo convencido, una madre agnóstica, y una hermana de 16 años que todavía no tiene criterios claros en este sentido, acaba de recibir el Bautismo de la mano del Arzobispo de Madrid, D. José Cobo.
Todo empezó en las aulas de Filosofía, carrera que ha estudiado y en la que surge de manera inevitable la cuestión de Dios. Esos primeros años, Manuel se empeñó «en demostrar que no existía». Tanto es así que comenzó a tener dudas.
Un amigo suyo de Colmenar Viejo, donde vive, le dijo: «Mira, estoy cansado, si quieres te acompaño a la parroquia». Y así es como se presentó en la Asunción de Nuestra Señora y en aquel primer día de catequesis, a la que entró asustado porque pensaba que lo iban a juzgar.
«Primero se convirtió la razón y luego el corazón», asegura, hablando de su camino de fe. Porque «al final me di cuenta de que no tenía ni idea».
Ahora a quien admira más profundamente es a Jesús. «Su entrega absoluta, con el camino tan difícil; me sigue estremeciendo mucho Cristo en la cruz». Y de ahí, «llegas inevitablemente a María».
Asegura que sus amigos han «flipado» y que «cuando uno simplemente tiene valores que se ha construido él mismo, es más egoísta y no alcanza algo tan grande». Al vivir la fe, «te das cuenta de todo lo que tienes a tu alrededor es un regalo y estás en Sus manos», y que todo te lleva a la grandeza, y que aunque haya cosas que no estén bien, no estás solo.
Fuente: Archidiócesis de Madrid
