El viernes pasado asistí al homenaje póstumo a mi querido colega el profesor Rafael Alvira, que falleció hace un año. Me impresionó la cantidad de personas que acudieron al Aula Magna de la Universidad de Navarra: colegas, antiguos alumnos, amigos. Me encantó que dos de los cuatro ponentes dijeran en su exposición que Rafa había sido su mejor amigo.
De los inteligentes y sentidos discursos me quedo con una frase: «Dejar hablar a la realidad». Así definía uno de los ponentes la filosofía del profesor Alvira. Esas palabras traían a mi cabeza que en los tiempos que corren —en los que tantos van por la vida corriendo— la actitud de escuchar pacientemente a la realidad tiene una importancia enorme. Es, sin duda, la genuina actitud filosófica que anhela comprender, en lugar de imponer a la realidad nuestros prejuicios.
Con una venerable tradición, estoy persuadido de que Dios nos habla a través de las cosas de este mundo y, también, a través de las personas que nos rodean. Lo nuestro es escuchar con atención, con serenidad, con apertura, y después tratar de expresar con nuestras palabras lo escuchado en el corazón.
Como en contraste, varias personas en estos últimos días me decían que tienen miedo a Trump y que eso les sobrecogía, les paralizaba y no les dejaba pensar. En una situación así, el desafío es llegar a comprender ese miedo y plantearse cómo va uno a responder, cómo va a hacerse dueño de su propia respuesta.
Dejar hablar a la realidad significa escuchar con atención y también pararse a reflexionar hasta poder articular una respuesta personal. Al hacerse uno dueño de su propia respuesta abre el espacio vital de su libertad interior.
En el tren de regreso a Barcelona, 8 de febrero 2025.
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* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía, Universidad de Navarra, España (jnubiola@unav.es).