Cómo aprovechar el año jubilar (I)

Cambiar el mundo

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Los años jubilares tienen su origen en la legislación del Antiguo Testamento, específicamente en el libro de Levítico, capítulo 25. Este capítulo establece que cada cincuenta años se debía celebrar un año de jubileo, un tiempo de liberación y restauración para el pueblo de Israel. Durante este año, se proclamaba la libertad para todos los israelitas que habían caído en la esclavitud debido a deudas, y se devolvían las tierras a sus propietarios originales.

La palabra “jubileo” proviene de la expresión hebrea “yobel”, que se refiere al cuerno de carnero que se usaba para anunciar este tiempo de gracia.

En un año jubilar, se realizan actividades como:

  • Peregrinaciones
  • Apertura de la Puerta Santa en templos designados
  • Momentos especiales de oración y reflexión
  • Realizar obras de caridad
  • Recibir los sacramentos de la Confesión y la Comunión
  • Rezar por el Papa
  • El primer Año Jubilar en la tradición católica fue instaurado por el papa Bonifacio VIII en 1300.

Empezamos el año Jubilar, que el Papa Francisco ha querido dedicarlo a la Esperanza, vamos a revisar algunas afirmaciones que el Papa nos escribe en la bula Spes Non confundit, con la que convoca al Jubileo.

La Esperanza de Pablo al Llegar a Roma

Ritornello: “Porque en esperanza fuimos salvados” (Rom 8,24)

Cuando Pablo se dirigía hacia Roma, se encaminaba hacia el corazón del Imperio Romano con la misión de anunciar el Evangelio. A sus ojos, Roma era más que una ciudad; era el centro del poder y la cultura pagana. Él sabía que allí encontraría desafíos: la incomprensión, la hostilidad y quizás el martirio. Sin embargo, Pablo estaba sostenido por una certeza más fuerte que cualquier obstáculo: “Porque en esperanza fuimos salvados”(Romanos 8,24).

La esperanza de Pablo no era una idea abstracta ni una mera expectativa de bienestar, sino una convicción profundamente arraigada en la promesa de Cristo. Pablo veía su vida y sus sufrimientos como un testimonio vivo de la resurrección.

*Spes non confundit* nos recuerda que “la esperanza no engaña ni defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor divino”. En los tiempos oscuros, en las cárceles y en las persecuciones, Pablo repetía internamente: *“Porque en esperanza fuimos salvados”*, como un himno que alimentaba su fe y sostenía su misión.

¿Qué nos enseña Pablo cuando todo a nuestro alrededor parece oscurecerse?

Nos invita a mirar hacia Cristo, quien ha resucitado y nos da su Espíritu para fortalecernos. San Josemaría enseñaba que “un cristiano sin esperanza es un contrasentido”; que incluso en los momentos de prueba, debemos mirar con confianza a Dios.

En esta época, en la que podemos sentirnos como extranjeros en un mundo de valores distintos, invoquemos esta esperanza que nos une a Cristo, y repitamos como Pablo: “Porque en esperanza fuimos salvados”.

Padre Juan Carlos Vásconez
Web: Hablar con Jesús
Ig: p.juancarlosv