Javier Pereda Pereda

El Diccionario de la lengua española de la RAE, recoge cinco acepciones de la palabra jubileo. Entre los cristianos, indulgencia plenaria, solemne y universal, concedida por el papa en ciertos tiempos y en algunas ocasiones; aniversario de un acontecimiento notable; entrada y salida frecuente de muchas personas en una casa u otro sitio; fiesta pública muy solemne que celebraban los israelitas cada 50 años; y, finalmente, espacio de tiempo que contaban los judíos de un jubileo a otro.

Todas estas definiciones nos sirven para recordar que el próximo 24 de diciembre comenzará el Jubileo 2025, con la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro del Vaticano, que durará hasta el 6 de enero de 2026. El logo anunciador de este Año Santo representa a la humanidad en movimiento, manifestada por los cuatro continentes: América en rojo, Asia en amarillo, Australia en verde y Europa en azul. Se dirigen a abrazar la cruz curvada que los acoge, de cuya base pende un ancla para serenarse ante las encrespadas olas del mar de la vida.

El lema, “Peregrinos de la esperanza”, destaca un aspecto esencial en estos tiempos marcados por temores, desalientos, dudas, desánimos, escepticismos y pesimismo en las personas. El papa Francisco convocó este jubileo ordinario mediante una Bula Papal o Pontificial. Se trata de un documento oficial, tradicionalmente redactado en latín, idioma oficial de la Iglesia romana, con el sello del papa, cuyo diseño da nombre al documento. En sus orígenes, el sello solía ser de plomo, y llevaba en el anverso la imagen de los santos apóstoles Pedro y Pablo, y en el reverso el nombre del pontífice. Con el tiempo, un sello de tinta sustituyó al sello metálico.

Cada Bula se identifica por sus palabras iniciales. Recordamos que san Juan Pablo II convocó el Gran Jubileo del año 2000, con la Bula “Incarnationis Mysterium” (El Misterio de la Encarnación). El papa Francisco convocó en 2015 el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, con la Bula “Misericordiae vultus” (Rostro de la misericordia de Dios). La Bula del Jubileo de 2025, “Spes non confundit” (la esperanza no defrauda), hace referencia a una frase de san Pablo en la carta a los romanos.

La lectura atenta de los 17 folios de este documento papal resulta imprescindible, tanto para cristianos como no cristianos. Este tiempo de gracia, perdón, reconciliación e indulgencias plenarias, apunta de manera clara hacia otro importante aniversario en 2033: la conmemoración de los dos mil años de la Redención, mediante la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús.

El Santo Padre también aborda otros aspectos morales y sociales, como la tragedia de la guerra, la pérdida del deseo de transmitir la vida con la preocupante disminución de la natalidad, la situación de los presos, los enfermos y los más frágiles, los jóvenes, los migrantes, exiliados, desplazados y refugiados, la soledad, los ancianos, los pobres y la distribución equitativa de los bienes.

Este jubileo coincide con los 1700 años del Concilio de Nicea, lo que lleva a plantearse la urgencia de la evangelización, la unidad de los cristianos y profundizar en el más allá: muerte, juicio, purgatorio. Especial mención merece la invitación en este tiempo a recibir con frecuencia el sacramento de la Penitencia, que nos perdona los pecados. Sin duda, este podría ser un aspecto concreto y el resumen al que nos empuja el papa en este año jubilar, para aprovechar este tiempo de misericordia.

En la diócesis de Jaén, el señor obispo abrirá el Jubileo el domingo 29 de diciembre, con una procesión desde la Basílica de San Idelfonso a la Catedral, y la posterior celebración de la Eucaristía. Coincide este jubileo con el aniversario de los 1.200 años de la capitalidad de la ciudad. Hay que agradecer la estrecha colaboración entre la alcaldía y el obispado en el Santo Reino, para realizar actividades religiosas, culturales y sociales; un modelo de cooperación entre la Iglesia y el Estado, a imitar en otros lugares.

No podemos olvidar el origen profundamente católico de la provincia, con los siete varones apostólicos: Torcuato, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio. Y la participación de 6 representantes de las iglesias de Jaén, en el Concilio de Elvira del año 300 en Granada: Tucci, Cástulo, Mentesa, Iliturgi, Iune y Ossigi. Este jubileo nos impulsa a ser testigos de esperanza.