Hace unos días me escribía una chica: me voy a Valencia, me voy de voluntaria; este finde me necesitan allí.
Me encantó su actitud y disponibilidad. Le dije que le esperaba a la vuelta para que me contara qué tal le había ido.
A la vuelta me contó que allí se necesitan muchos brazos porque está todo muy destrozado.
Esa misma tarde pensé mientras hacía un poco de oración que hay también quien me necesita y que me estaba olvidando un poco de ellos: las almas de purgatorio. Ellas necesitan de muchos voluntarios para poder ir al Cielo y salir de ese lugar de purificación.
Por eso volví a llamar a esa chica y le dije: no olvides que hoy puedes seguir siendo voluntaria en la universidad: ofreciendo tu estudio, rezando el Rosario o hasta ofreciendo tus entrenamientos de atletismo porque todo, ofrecido a Dios, puede servir para que un alma disfrute ya hoy de la presencia de Dios.