JC 09/11/2024
El sacerdote Salvador Aguado (@mossenvoro) es párroco de la iglesia de Santa Fe en Alfafar, unos de los lugares más afectado por la DANA que ha azotado distintos puntos de España, pero sobre todo a la Comunidad Valenciana.
La tarde del 29 de octubre, cuando comenzó todo, y no estaba activada la alerta roja en Alfafar, decidió celebrar Misa como cada día. Cuando terminó, alguien le avisó que estaba llegando el agua al templo. “Me asusté un poco, no dejé irse a nadie de la parroquia, enseguida cerré las puertas para bloquear a la gente”, ha explicado.
Subieron entonces a la parte superior del templo, pero al ver los coches flotando y un grupo de personas que corrían peligro ante la fuerza del agua, bajó y abrió de nuevo la puerta de la parroquia . En aquel momento el agua le llegaba por la cintura.
En el cuarto superior de la parroquia permanecieron casi cien personas durante la noche. “Escuchamos gritos de la gente, los bancos de la iglesia flotaban, reventaron una de las paredes, el agua no paraba de subir, un grupo de mujeres montaron un ratito de oración…” Sólo podían rezar y confiar en Dios.
A la mañana siguiente pudo contemplar que todo había quedado arrasado. Todo. Pero su mayor preocupación fue qué habría pasado con el Señor. “Estaba con esa espina de que había abandonado al Señor en medio del caos».
Cuando localizó el Sagrario, que era de madera, tuvo que forzar la puerta para abrirlo: “Una vez que abrí el copón las Formas estaban diluidas, todo era líquido, me quedé muy mal, defraudado conmigo mismo”. Cuando lo habló con el psicólogo que le había ayudado durante la pandemia, éste le dijo: “que no había abandonado al Señor, sino que se había quedado en el Sagrario para ahogarse y salvarnos la vida a esas cien personas, y se había ahogado con los que se han ahogado en esta tragedia. Igual que se entrega todos los días en la Eucaristía. Fue una imagen que me dio paz”.
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Fuente: Ecclesia Cope