Javier Pereda Pereda

En el conflicto de Oriente Medio se ha desvelado a Irán como el verdadero protagonista en la sombra. Este régimen teocrático islamista financia a los terroristas de Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano, con la connivencia venezolana. Una vez descabezados por Israel, su protector ha salido enfurecido a la palestra.

A dos semanas de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, se espera la respuesta de Israel, que se ha comprometido con su principal aliado proteger las instalaciones nucleares y las reservas petrolíferas. Surge la pregunta: ¿de dónde viene su odio hacia Israel? Irán, tierra de arios, con una cultura milenaria, donde pasaron los sumerios, los asírios-babilónios, partos, medos y elamitas; personajes como Ciro el Grande en el imperio aqueménida, Darío el Grande quien fundó Persépolis, Alejandro Magno; influyeron los califas islámicos, mongoles, dinastía safávida e incluso la ocupación británica y soviética.

Irán tiene una superficie setenta y cuatro veces mayor que Israel, y una población diez veces superior. Sin embargo, el país hebreo tiene una renta per cápita cuatro veces más alta que Irán. Podría pensarse que la religión es la causa de este conflicto, pero la realidad es que solo el 7% de las guerras presentan este motivo. No obstante, ayuda a entender la situación conocer que el 99% de los iraníes son musulmanes: 90% chiíes (partido, facción) y un 9% suníes.

Tras la muerte de Mahoma, en el 632 d.C., surgió una división entre sus seguidores, quienes disputaban sobre quién debía sucederlo como califa con autoridad político-religiosa. Estas discrepancias fueron resultas masacrándose mutuamente. Chiitas y sunitas coinciden del islam: en la profesión de fe, la oración cinco veces al día, la limosna, el ayuno en el Ramadán y peregrinar alguna vez a la Meca.

Sin embargo, mientras los suníes basan su doctrina en la enseñanza de la sunna (actos del profeta), los chiíes consideran a sus líderes, los ayatolás, el reflejo de Dios en la tierra. En Irán, Siria y Líbano predominan los chiíes; en Arabia Saudí y Golfo Pérsico los suníes. Por ello, el régimen iraní está encabezado por los ayatolás y los imanes, quienes ejercen la supremacía religiosa y política. Estos expertos en teología y jurisprudencia islámica imparten las enseñanzas religiosas, realizan las interpretaciones jurídicas y las orientaciones morales.

Desde 1989, Alí Jamenei es el Gran Ayatolá, el Guía Supremo de la Revolución Islámica en Irán; nombra a seis de los doce miembros del Consejo de Guardianes de la Revolución, el resto los designa el Parlamento; selecciona al presidente del Gobierno y ejerce el control de las fuerzas armadas. Anteriormente, durante la Revolución islámica de 1979, Ruhollah Jomeiní derrocó a la dinastía del sah Mohammad Reza Pahleví, que desde 1925 intentó modernizar el país.

Una religión que no respeta la libertad, no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4,8)

El régimen fundamentalista islámico iraní representa una amenaza para cualquier país del mundo, incluidos los musulmanes árabes suníes, también para sus propios ciudadanos, a quienes impone comportamientos que atentan contra la dignidad humana. Una religión que no respeta la libertad, no ha llegado a conocer a Dios, porque Dios es amor (1 Jn 4,8).

La muerte de la joven iraní de origen kurdo, Jina Mahsa Amini, por la Policía de la Moral, al llevar incorrectamente el hiyab, conmocionó a la opinión pública. Ese es el reconocimiento que se otorga a la mujer; el hombre puede repudiarla cuando quiera y tener hasta cuatro esposas. Las mujeres no se ven en los partidos de fútbol, ni en las oraciones públicas o en los órganos de gobierno de la Revolución islámica; en las olimpiadas compiten completamente cubiertas desde la cabeza a los pies. El adulterio, la prostitución, la homosexualidad, la apostasía del islam conlleva la pena de muerte.

La libertad religiosa del 1% de las religiones no musulmanas como el zoroastrismo de Zaratustra (recogida en los Avesta), cristianos armenios, sirios orientales, judíos, maniqueísmo, bahaísmo, mandeísmo y yarsanismo pueden profesar su fe de manera privada, se les obliga a pagar elevados impuestos y no pueden propagar sus creencias religiosas. Contrasta la vestimenta en el deporte de vóley playa femenino entre países islamistas y el resto del mundo. Ni la libertad sin verdad de Occidente, ni la verdad sin libertad de Oriente: “in medio virtus”.

La causa de la guerra en Oriente Medio radica en que Irán no entiende que la verdad nos hace libres, y que sin libertad no hay verdad posible.