Unas cartas a su familia y la Providencia los convirtió a todos

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Colin Smith y su familia eran devotos protestantes evangélicos. Ahora ha querido compartir cómo llegó a la fe católica.

«A principios de la escuela secundaria, me enfrenté a las preguntas típicas de esa edad: ¿Dios realmente existe? ¿tiene sentido la resurrección? ¿la Biblia es verdad? Decidí examinar los principios básicos de la religión y experimenté un intenso entumecimiento espiritual. Hasta que sentí a Dios nuevamente cuando los sacerdotes y las hermanas dominicas entraron en mi vida, especialmente el padre Dominic Legge.

Los «enemigos de la Iglesia» tuvieron un papel importante en su conversión y en la de toda su familia: «Años antes de mi propia conversión, mi familia puso a mi hermana en una escuela feminista muy secular. La situación se volvió insostenible. Mi hermana fue castigada por por dibujar un árbol de Navidad en la pizarra porque podría ofender a algunos estudiantes. Nuestros padres decidieron entonces enviarla a la Academia Santa Cecilia, la escuela católica para niñas que está al final de la calle, dirigida por las hermanas dominicas. ¡A través de esta escuela, las hermanas dominicas y los sacerdotes de la Provincia Oriental entraron en nuestras vidas!».

El primero de la familia en convertirse fue Colin que, para atraer al resto les empezó a enviar unas catas: «La razón más obvia de hacerlo fue mi amor por mi familia y un deseo genuino de que encontraran la plenitud de la vida cristiana que yo creía haber encontrado.»

En un viaje a Roma, visitando la Basílica de San Pedro, el guía defendió a Nerón, argumentando que él nunca odió a los cristianos. Más bien, pensaba que eran «raros» porque se comían a su Dios. Mi madre se quedó perpleja y pidió una aclaración. El guía confirmó que la razón de muchos martirios era la negativa a retractarse de que la Eucaristía es la verdadera carne y sangre de Cristo. Más tarde, tras esta anécdota, empezó a aceptar la Presencia Real».

«Fue una experiencia maravillosa, pero también me sentí tentado a considerarlo un logro mío, lo cual no fue así. Las cartas no provocaron la conversión. Los factores más importantes estaban totalmente fuera de mi control. Fue un honor ser el padrino de mi padre y de mi hermano»

Fuente: Religión en Libertadd