Hoy es sor María Jerusalén de Cristo Crucificado, O.S.C., pero, hasta hace muy poco, era Denise Burciaga. Tiene 32 años y es de San Diego, California (EE.UU)
«Aunque en mi familia éramos católicos, no practicábamos mucho nuestra fe. De pequeña íbamos a misa los domingos y ayudábamos en unos grupos de la parroquia, pero yo lo fui dejando», relata.
Su madre entró en una comunidad del Camino Neocatecumenal. Denise fue a unas catequesis que pronto dejó. «Después de hacer mi vida me encontré hundida, ya no sabía qué hacer, me sentía muy sola. En este tiempo comencé a ir a las eucaristías de las Comunidad, y después de una peregrinación a Roma decidí entrar a una comunidad», recuerda.
«Fui conociendo lo que es la verdadera Iglesia, y comencé a sentirme amada por Dios y mucho más perdonada de todos mis pecados. Vi que a Dios no le importaba que me hubiera apartado de Él, sino que hubiera regresado, que Él siempre estaba esperando mi regreso. Conocí su amor misericordioso y así fue cambiando mi vida».
Le propusieron una experiencia en el Monasterio de Santa Clara de Allariz (Orense): «Nunca había conocido un convento, no era muy religiosa, no conocía bien el Catecismo, y mucho menos de la vida de los santos. Tampoco conocía quién era San Francisco y Santa Clara», explica.
Volvió a San Diego. «Al llegar a casa me sentía extraña, echaba mucho de menos a todas las hermanas, y algo en mí me decía que ya no podía vivir igual». Pero tenía muchas dudas porque tendría que dejar país, familia, comunidad… «Pero la llamada de Dios es muy fuerte y, aunque tenía miedo, también me sentía muy amada», afirma sor María.
El pasado 29 de septiembre, después tomó el habito: «Otro milagro fue que toda mi familia, y mis sobrinas, mi prima, y algunos de mi comunidad pudieron celebrar este gran día conmigo. Desde la primera experiencia, el Señor no ha dejado de mostrarme su amor, a mí y a mi familia».
«Yo les diría a las jóvenes de hoy que no se dejen vencer por el miedo, la soledad, angustia, las cosas materiales, o cualquier otra cosa. Y si tiene esos sentimientos, no se preocupen, que Dios te da la fuerza para vencer todo. Que tengan un corazón abierto y él te ayudara. Él te está esperando, a Él no le importa que vida llevas o has vivido. Para las que piensan que Dios no las ama o es muy tarde para acercarse a Él, están equivocadas. Dios nos ama con locura sin importar lo que hemos o no hemos hecho. Y para las que ya desean acercarse a Dios, pero se las hace imposible, no tengan miedo, vale la pena dar el paso. El amor que Dios nos quiere dar a cada uno de nosotros es mucho más grande de lo que podamos imaginar», asegura.
Fuente: Religión en Libertad