“Mío, tuyo, nuestro”

Cambiar el mundo

Sin Autor

Querid@s hij@s:

Llevo varios días dando vueltas a la cabeza a un tema que me sugirió Fer porque a él le preocupaba, o mejor dicho, le ocupaba la cabeza esos días y buscaba respuestas.

Algo que le parecía bueno y normal hasta ese momento había pasado a dudar si era tan normal. Hablando con amigos había descubierto que bastantes de ellos, cuando se casaban, mantenían dos cuentas bancarias separadas -la de ella y la de él- y después tenían otra cuenta común en la que cada uno colaboraba con ingresos para los gastos comunes.

Con distintas variedades y aportaciones pero latía en todos ellos la idea de mantener independencia económica y ser dueño cada uno de su propio dinero.

Me acordé de hace ya algunos años, un matrimonio amigo me comentó que estaban ahorrando: él ahorraba para una moto y ella ahorraba para un viaje con sus primas. Esto hacía que los dos tuvieran una pequeña o gran pugna, según el día y las circunstancias, para ver quién pagaba los cafés, o los cursos que hacían, o los muchos gastos que surgían y estaban en “tierra de nadie”.

Y es que mantener una economía así dentro del matrimonio es, para empezar, una fuente de conflictos. Cuando se está de buen humor y el día va bien no hay ningún problema, los dos están dispuestos a pagar todo. Pero cuando vienen las cosas del revés, y ya os digo que sí o sí vendrán, ¡ay amigo!, entonces el decidir quién paga puede convertirse en un puñal a clavar. Y no sólo por grandes cantidades, sino muchas veces sólo por ver quién paga, por ejemplo, la coca cola.

A veces vemos situaciones así en los matrimonios: medio en broma medio en serio, discuten sobre quién paga la cena, o el vermut, o el regalo para la boda de un amigo que es tu amigo y no mi amigo, o la cuota de un gimnasio que sólo vas a ir tú,.. O peor aún, termina una cena con amigos y cada uno de los dos paga su parte.

Ya os digo querid@shij@s que podéis hacer como queráis, pero no olvidéis que un matrimonio funciona bien cuando parte de la entrega total del uno al otro. Y difícilmente podemos hablar de entrega total, de alma y cuerpo, cuando me reservo mi dinero y mi cuenta.

Ya se sabe que casi siempre uno aportará más que el otro, pero los dos aportan todo lo que tienen. Ya se sabe que uno gastará más que el otro, pero los dos de acuerdo con los gastos que se necesitan para la familia y que en algún momento les harán más feliz a uno o al otro.

En el caso anterior, mucho mejor sería que los dos juntos ahorren ilusionados para la moto del marido y para el viaje de la mujer (si para los dos supone tanto), con generosidad y buscando uno la felicidad del otro. Creo que es el mejor camino.

Un matrimonio se identifica con un proyecto de vida común y todo lo que sea mantener dos vidas individuales o dos proyectos paralelos nos va desviando del camino.

Es muy bonita la costumbre de las arras en las bodas. Todos las habéis usado en la ceremonia y pasado de unas manos a otras. Recuerdo que en la boda de Raquel y Juan las olvidamos y los pobres abuelos tuvieron que volver a por ellas casi volando. Pues las arras son en el matrimonio cristiano , “símbolo de la entrega de los bienes que vamos a compartir”

Tener una cuenta, dos o tres, o las que la economía familiar precise, pero comunes, nos está recordando que todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío.

Es verdad que es necesario aprender a convivir y que probablemente uno será más ahorrador y otro más manirroto, pero toda la diversidad, las maneras distintas de carácter y la relación con el dinero, si se habla mutuamente y se quiere a la otra persona, enriquece la relación.

Es posible que la mujer gaste más, por ejemplo, en atuendo, pero el hombre sabe que es un gasto importante para ella o su familia y está feliz de ver a su mujer guapa e ilusionada y a los niños requeteguapos.Oa lo mejor el hombre no escatima en gastos para el coche o para comer bien, y la mujer lo acepta o al menos hablan entre los dos sobre cómo se puede hacer en cada caso. Son temas a hablar y a tratar con generosidad por ambas partes.

Además tiene la ventaja de que si a alguno de los dos se “le va un poco la pinza”, lo ve el otro y puede frenar y ayudar a que haga menos tonterías (esto es aportación de una querida hija con experiencia😘)

Ir unidos en este tema a veces cuesta, pero siempre sale fortalecida la relación.

Por eso, qué bonito es cuando el matrimonio junto es el que ahorra, el que tiene poco o mucho dinero y no importa si ella o él aportan mucho o poco, más o menos, porque los dos aportan todo lo que pueden y tienen.

Un besazo

mamá