Abrir el corazón

Cambiar el mundo

Jaime Nubiola

Hace algún tiempo leí el libro del doctor Luis Rojas Marcos «Somos lo que hablamos. El poder terapéutico de hablar y hablarnos» (Grijalbo, Barcelona, 2019). El título es sugestivo y su contenido también. En particular, me llamó la atención una cita del novelista japonés Haruki Murakami, permanente candidato al premio Nobel, que Rojas Marcos aporta en su libro. Se pregunta Toru, un personaje de Murakami en Tokio Blues (Norwegian Wood): «¿Qué pasa cuando la gente abre sus corazones?». Y responde con rotundidad el autor japonés a través de Reiko, otro de los personajes de la novela: «Mejoran».

El psiquiatra explica que «al hablar organizamos nuestros pensamientos, estructuramos y damos argumento a experiencias confusas y validamos nuestras emociones. Al describir en voz alta lo que nos estresa, reducimos su intensidad emocional y minimizamos la posibilidad de que se entierre en nuestro inconsciente» (p. 152). Todos tenemos bien comprobado que contar lo que nos preocupa, irrita o nos roba la paz, no solo alivia muchísimo la tensión interior, sino que además muchas veces nos ayuda a comprender mejor el problema del que en cada caso se trate y quizás incluso nos lleva a advertir el error que hemos cometido y por el que debemos pedir perdón.

Aunque no lo dice el libro, me gustaría destacar aquí que el espacio natural para esa apertura del corazón por medio de la palabra es la amistad, esa afectuosa relación que es de lo mejor de la vida. Verdaderamente lo que hacen los amigos es, sobre todo, hablar entre ellos. La amistad —en maravillosa definición de Ricardo Yepes— es «benevolencia recíproca dialogada». Lo que nos hace mejores no es el hablar por hablar, sino más bien el abrir el corazón en la amistad.

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* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía en la Universidad de Navarra, España (jnubiola@unav.es).