Sí importa

Testimonios

Águeda Rey

Hace algunos años, hablando con un tuitero que des-virtualicé, no sé muy bien qué dije, pero recuerdo muy bien lo que él me dijo: «¿Es que de verdad piensas que igual no te salvas?». Por aquel entonces mi fe estaba en mantillas, y aún pensaba que la salvación dependía de mí.

Una vez superada esa etapa de fe imperfecta, tuve una inspiración que dejé escrita en un tuit y con la que sigo identificándome plenamente; tanto es así que lo dejé fijado en el perfil de Twitter (X). Escribí: «Mi alegría y fuerza en medio de mis circunstancias difíciles se debe a que entiendo que mi existencia es valiosa por sí misma y camino hacia una plenitud que lo compensará todo. Entiendo el sentido de la vida. Vivo por la fuerza de la fe y la esperanza. Mi lucha es mostrar esto.»

Hace poco he leído algo que me parece que casa perfectamente con mi inspiración:

«La plenitud de la fe está asociada con la firme confesión de la esperanza porque es fiel quien hizo la promesa»

Creo que es algo tomado de la carta a los hebreos, aunque no debe de ser literal porque no he encontrado la cita exacta. Pero no es tan importante, lo que a mi juicio es llamativo es esa relación tan estrecha entre una fe plena y la confesión firme de la esperanza. Esa seguridad en lo que espero de la vida eterna, es causa de una vida confiada, tranquila, en la circunstancia que sea. Eso es lo que quiere expresar mi tuit.

En mi caso la circunstancia no es fácil -todos lo sabéis ya-, por eso para mí es además ocasión de santificación. Pero me doy cuenta que si esto que acabo de escribir lo dejo así, alguien puede pensar que vuelvo a mis inicios de una fe en mantillas, y pienso que mi salvación depende de mí, de mi forma de afrontar mi ELA; rotundamente no es así. Pero para mí es difícil explicar por qué mi salvación es obra sólo de la misericordia de Dios y sin embargo la manera de vivir en la enfermedad sí importa.

Para mí es difícil, pero no para san Pablo. Lo explica en la primera carta a los Corintios:

En definitiva, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Servidores a través de los cuales accedisteis a la fe, y cada uno de ellos como el Señor le dio a entender. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; de modo que, ni el que planta es nada, ni tampoco el que riega; sino Dios, que hace crecer. El que planta y el que riega son una misma cosa, si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificio de Dios. (1 Cor 3, 5-9)

Y continúa para aclararlo más:

Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, mientras que otro levanta el edificio. Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. Y si uno construye sobre el cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, hierba, paja, la obra de cada cual quedará patente, la mostrará el día, porque se revelará con fuego. Y el fuego comprobará la calidad de la obra de cada cual. Si la obra que uno ha construido resiste, recibirá el salario. Pero si la obra de uno se quema, sufrirá el castigo; mas él se salvará, aunque como quien escapa del fuego. (1 Cor 3, 10-15)

Este pasaje me ha dado una gran luz para entender que quien se aferra al cimiento de Jesús, se salvará, recibirá el denario de eternidad (cf. Mt 20, 1-16) -gracias Fray Manuel por ayudarme a entender ese salario igual para el que trabaja desde primera hora de la mañana o sólo la última hora de la tarde-. Y el premio por tu obra, ese otro salario del que habla san Pablo, será proporcional a la solidez de tu obra por el Reino. Por eso importa cómo afrontas tu enfermedad.

Para mí, el ejemplo más claro de que habrá un premio además del gran premio de la Eternidad es la Santísima Virgen María, que ha sido coronada como Reina y Señora de todo lo creado. Es el mayor premio de todos.

A lo largo de mi vida he construido mucho sobre cimientos que no eran Jesucristo; también he construido sobre la roca firme que es Jesús, pero hay mucha paja que no superará la prueba de fuego; pero creo que mis pequeñas obras por el Reino, como colaboradora de Dios, a partir del diagnóstico de la ELA: mi acoger con amor la cruz, el ser una buena enferma, el querer mucho a mi esposo, estos escritos, en definitiva, dar mucha gloria a Dios, serán al menos de hierro o bronce y sí resistirán el fuego. Tengo confianza en que podré salvarme no como quien escapa del fuego.

Nota: si a alguien le interesa seguirme en X (Twitter) mi cuenta es @artobalin. Advierto que tampoco es que aporte mucho a esta Red social.