D. José Luis Alfaya es un sacerdote que a sus 80 años sigue en activo en la parroquia de San Alberto Magno de Vallecas (Madrid) y además escribe libros.
La historia de su vocación es muy bonita porque él pertenecía al mundo de las finanzas y le propusieron marcharse a Londres a principios de los 70 como socio de Deloitte «casi triplicándome el sueldo, que ya era bueno», pero prefirió permanecer en Madrid como director financiero de unas empresas inmobiliarias.
Con 19 años entregó su vida a Dios en el Opus Dei. «Un día – cuenta – fuimos de excursión a un pueblo de la sierra de Madrid. Me acuerdo de que era domingo. Al llegar a una parroquia, vimos un grupo de gente en la puerta, y preguntamos: ¿Qué pasa? ¿Está cerrada? Y nos respondieron: Sí, es que el párroco se ha puesto enfermo y ha suspendido las misas. Tampoco podemos ir a otro pueblo porque él también es párroco de varios pueblos. Y, a partir de ahí, se me encendió la luz, y me dije: ¡Bueno! Faltan curas. A lo mejor podría yo dedicarme a eso.
Conoció a san Josemaría Escrivá y a D. Álvaro del Portillo y tiene recuerdos muy entrañables de algunos de su encuentros.
«Pasé de tratar la peseta a tratar almas, a tratar niños –porque mi primer trabajo fue como capellán de colegios–, a tratar enfermos –en la clínica universitaria de Navarra–. Son diversas teclas que Dios me ha puesto y que, gracias a Él, me han venido muy bien para mi vida y para mi alma. Sobre todo, para valorar que el mundo es algo de Dios.»
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