Paul Gannucci nació con el síndrome de Noonan, un trastorno genético que afecta el desarrollo físico de la persona y a menudo conlleva defectos cardíacos. Con 3 meses e insertaron una sonda de alimentación en el estómago que lleva desde entonces y con un año tuvieron que un trasplante de corazón.
Desde pequeño asistía a Misa con sus padres y su fe y deseo de comulgar iba creciendo, sobre todo desde que recibió el Sacramento de la Confesión. Viendo este gran deseo su párroco decidió ayudarle para conseguirlo.
«Paul tiene una fe muy sencilla», indicó Rob Gannucci, padre de Paul. «Tiene una gran confianza. Llevábamos años queriendo que Paul recibiera todos los sacramentos, y pusimos en manos de Dios determinar cuándo llegaría ese momento. Toda nuestra familia confiaba en que Jesús lo haría posible», añadió.
El párroco les entregó hostias sin consagrar para que pudiera practicar. Comenzó con un trocito muy pequeño cada noche. «Al principio, le costó mucho. Le daban arcadas incluso con ese trocito». Pero no se rindió y estuvo así un año hasta que lo consiguió.
Paul pidió que junto a la Comunión, la Confirmación. Y así fue cómo hace unos meses los recibió. Desde entonces, Paul recibe regularmente el Santísimo Sacramento. Sigue siendo el único alimento sólido que consume.
«Lo más importante es que recibimos a Jesús de verdad», afirma el padre de Paul. «Tantos católicos hoy en día ni siquiera creen en eso. ¡Cuando tienen un tesoro tan grande! Sabemos lo importante que es recibir a Jesús. Otros quizá se lo replanteen si no creen en la Verdadera Presencia».
Fuente: Aciprensa