A lo largo de mi vida, he sido una persona que buscaba tenerlo todo bajo control, planificando cada detalle y anticipando cada paso. Sin embargo, el tiempo demuestra que, hay muchas cosas que por más que queramos, sencillamente no podemos controlar.
La única cura que he encontrado para esto ha sido fortalecer mi confianza en Dios a través de la oración personal y siendo perseverante. Una vez me pusieron este ejemplo: ¿cómo de tranquila estarías en un evento si supieras que es tu padre quien lo organiza? Tendrías la certeza de que todo va a ir bien, y que, además, como hija, no te iba a faltar de nada e ibas a estar muy mimada. Imagina entonces la paz que podemos encontrar al sabernos hijos de Dios, quien nos ama infinitamente, y que es quien está “planificando” cada aspecto de nuestra vida, con el único propósito de acercarnos más a Él.
Aunque pueda parecer sencillo, lograr ese abandono total en Dios es un desafío sin estar cerca de Él. Al cultivar esa relación con el Señor mediante la oración, los sacramentos y la formación, comenzaremos a ver Su mano obrando en nuestra vida, y la única respuesta adecuada será confiar plenamente en Él.
Muchas veces, es en los momentos en los que reconocemos nuestra propia pequeñez e incapacidad de conseguir algo solos, cuando nos damos cuenta de la acción tangible de Dios en nuestras vidas. Dios se sirve de esa debilidad y se le cae la baba de vernos acudiendo a Él como hubiéramos hecho de pequeños a nuestros padres. Cuantas “casualidades” y coincidencias que Él ha ido pensando han construido la vida y la felicidad que hoy disfrutamos.
En los momentos difíciles, de duda e incomprensión, ponerse delante de Dios y decir: “Señor, Tú me has puesto aquí y Tú me sacarás”, con la confianza inocente de hijos, es realmente sanador para el corazón. Además, nos irá generando la esperanza necesaria para soportar las pruebas hasta que Él nos desate todos esos nudos que nos ahogan.
Os animo de verdad a abrir vuestros corazones a este abandono en el Señor. ¡Qué suerte saber que nuestro futuro está en manos de Aquel que más nos ama!
Lucía Ucha Serrano
@luciiaucha