Me ha llamado la atención el subtítulo «The World Will Be Saved by Beauty» [«El mundo será salvado por la belleza»] con el que Kate Hennessy publicó una biografía de su abuela Dorothy Day (1897-1980), la famosa activista católica norteamericana (Scribner, Nueva York, 2017). El libro arranca recordando en el prefacio: «En los últimos años de su vida, mi abuela se despertaba a menudo oyendo en su mente las palabras de su querido Dostoievski: «El mundo será salvado por la belleza»» (p. XIII). Y añade que si su abuela, después de todo lo que vivió, sufrió y escribió, «creía en la salvación a través de la belleza ¿cómo no vamos a escucharla?»
Estos mismos días leía el fascinante libro de ensayos de Simone Weil, recientemente publicado bajo el título «El desasosiego de nuestro tiempo y otros escritos políticos» (Página Indómita, Barcelona, 2024). Weil no cita el famoso pasaje de Dostoievski en «El Idiota», pero viene a decir que «todo lo que no tiene contacto directo con él [Dios] debe quedar impregnado de él por medio de la belleza» (p. 96). Y proseguía alentando a abrir «la belleza del mundo a los hombres», para concluir unas páginas más adelante que «La belleza es el misterio supremo aquí abajo» (p. 136).
No añado nada a estos testimonios de dos valientes mujeres del siglo XX que empeñaron su vida por hacer un mundo más bello.
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* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía en la Universidad de Navarra, España.