Hay leyes injustas, inmorales
El Tribunal Constitucional acaba de avalar que las adolescentes de 16 y 17 años puedan abortar sin el consentimiento paterno. Confirma una vez más el derecho que tiene una madre a matar a su hijo dentro del seno materno. Lo triste es que lo dicen señores y señoras honorables, estudiosas, notables. La “flor y la nata” de la jurisprudencia española. Las mejores cabezas togadas. ¿Cómo cabe tal desatino? ¿No oyen los gritos del bebé cuando es descuartizado? ¿No ven su preciosa carita sonreír en las ecografías? ¿No saben que el primer derecho que todos tenemos es el de poder vivir en paz?
¿No oyen los gritos del bebé cuando es descuartizado?
Recuerdo el lío en que se metió un sencillo sacristán, cuando tuvo la ocurrencia de romper un nido de cigüeñas que amenazaba hundir la techumbre de la ermita. Gran delito por perderse los huevos de las zancudas. Eran embriones de nuevas aves. Intocables. Esto era ilegal, por legítimas que fueran las pretensiones de salvar el techo del edificio centenario.
La principal diferencia entre legalidad y legitimidad es que el concepto de legítimo o legitimidad hace referencia también a una consideración ética y moral. Es decir, que es un concepto jurídico, pero también un concepto moral. ¿Acaso el derecho, lo legal no debe tener un compromiso con la ética, con lo moral? ¿Si las leyes están al servicio de las personas, por qué no deben ser moralmente correctas, buscar el bien?
Legal debería ser lo legítimo, aquello que ayuda al bien común, que hace bien tanto a la sociedad como al individuo. Lo que daña, lo malo sí que debería ser ilegal. En el caso del aborto, por muy libre que sea la madre, por todo el derecho que tenga sobre su propio cuerpo, no puede atentar contra el de su hijo, por pequeño e indefenso que sea. Matar es malo, te hace malo y es un mal.
Además, en el caso de las adolescentes, no podemos olvidar que necesitan el permiso de sus padres para poder ir de excursión con el colegio, no vaya a ser que les suceda algo. Mucho más le sucede en el caso de abortar, les hace un daño irreparable que les dejará marcadas de por vida. Cometerán un primer crimen. ¿No deberían ser aconsejadas y acompañadas por sus padres?
Estamos totalmente indefensos en el campo legal y legislativo. Muchos políticos no quieren nuestro bien. Pero no nos pueden callar. Hay que hablar claro. Hay que defender al débil, aunque arriesguemos. Este sucio negocio del aborto hace ricos a unos y esclavos a otros. Seamos libres y defendamos nuestros valores.
Juan Luis Selma