Es verdad que hacen falta sacerdotes y por eso tenemos que rezar por las vocaciones, pero a veces hay sacerdotes a los que les faltan feligreses. Éste es el caso del párroco de Piñuécar.
En la pastoral rural, a veces, hay escasa o nula respuesta y, en esos momentos surge la tentación, que con mucho sentido común, porque Satanás siempre es razonable, te dice que para qué te vas a esforzar, que la gente no viene y que no merece la pena.
Sin embargo, es ahí donde puedes aprender a gustar el valor del sacerdocio por sí mismo.
Alguien le hizo llegar un vídeo en el que estaba celebrando Misa solo que le ha hecho un descubrimiento: «mi sacerdocio vale por sí mismo, y que lo que Dios me pide es celebrar con fe, orar con convencimiento y darle mi vida. Me pide ofrecer mi vida por el mundo, por la santidad de los fieles, como don para Dios. Me pide que haga mías las palabras de santa Teresa: sólo Dios basta».
Fuente: Infocatólica