José Ignacio Fernández y Rubén Zulueta han recorrido más de 800 kilómetros en silla de ruedas, desde Vitoria hasta El Vaticano, para reivindicar una mayor visibilidad social de las enfermedades raras que ellos mismos padecen.
Y no sólo han logrado tan gran hazaña, sino que además han tenido el privilegio de estar unos minutos con el Papa después de la audiencia general. «Le hemos pedido que intente hablarle a los gobiernos del mundo sobre la necesidad tan apremiante que hay de destinar más fondos a la investigación de las enfermedades raras, ya que son la última esperanza para millones de personas».
«El Santo Padre sabía perfectamente que no habíamos llegado a Roma de forma cómoda en un tren, en un barco o en un avión haciendo turismo, sino que veníamos en silla de ruedas».
A pesar de las dificultades y dureza del camino, no han perdido en ningún momento la sonrisa.
Fuente: Alfa y Omega