Escuché una vez que hubo una reunión en la que se exigieron dimisiones en una carpintería. Se pidió que se expulsara al martillo porque molestaba y hacía mucho ruido. También la de la sierra que era muy cortante, y la de la lija porque era muy áspera. Además, la del tornillo, porque incordiaba mucho que diera tantas vueltas. Finalmente la del metro, porque era muy preciso y tiquismiquis.
En ese momento entró el carpintero, y con unos tablones utilizó la lija hasta dejarlos listos, con la ayuda del metro calculó las medidas necesarias y los ajustó con la sierra. Después utilizó los tornillos que sirvieron para unir, y el martillo para asegurar bien su trabajo.
Todos reconocieron entonces que no se habían parado a pensar en la parte buena de cada uno. Tantas veces podemos comprobar, a lo largo de cada día, la importancia de ser un pequeño tornillo que una, y consolide.
Rafael de Mosteyrín Gordillo