En el ascensor en el que subo a mi estudio hay una pequeña pantalla en la que, además de indicar la planta, aparece brevemente alguna publicidad, información del tiempo o noticias diversas. Ayer me llamó la atención una imagen de la película «El Rey León» (1994) de la que recogía una frase, puesta en boca del chamán Rafiki: «El pasado puede doler, pero tal como yo lo veo, puedes huir de él o aprender».
Por supuesto, esa frase trajo a mi memoria aquella otra expresión de Kierkegaard de que vivimos hacia adelante, pero comprendemos hacia atrás. A muchas personas les lastra penosamente su pasado. Vuelven a él obsesivamente añadiendo nuevos sufrimientos al sufrimiento antiguo. En una visita con mi hermana al médico, este le sugería como lema para estas próximas semanas: «Aceptación, gratitud y vivir en el momento presente». ¡Cuánta sabiduría encerrada en tan pocas palabras! Pero también, qué fácil es decirlo y qué difícil vivirlo.
Cuando leí el interesante libro de Michael Lewis sobre el premio Nobel de economía Daniel Kahneman y su amistad con Amos Tversky (The Undoing Project. A Friendship that changed our minds, Norton, New York, 2017) tomé nota de esta frase de Kahneman, que —al parecer— había sufrido notablemente en su niñez: «La gente dice que tu infancia tiene una gran influencia en lo que llegas a ser. (…) No estoy nada seguro de que eso sea cierto» (p. 61).
Me parece a mí que el pasado pesa en la medida en que volvemos una y otra vez sobre él. Por eso es importante pasar del pasado al presente para poder así disfrutarlo y, sobre todo, volcarse con ilusión hacia el futuro.
Barcelona, 13 de marzo 2024
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* Jaime Nubiola es profesor emérito de Filosofía, Universidad de Navarra (jnubiola@unav.es).