La historia de Rachel Garrido comienza hace ya algunos años. Todo comienza con su bautizo pero reconoce que nunca llevó ese conocimiento en aquel momento a la práctica. Se consideraba una persona atea que nada tenía que ver con la iglesia, no tenía interés por conocer a Jesús. “De ahí viene una falta de identidad que generó más dudas en su ser. Pues si no existía Dios, ¿en qué debía creer?”. Así, para buscar esa respuesta una se va acercando al movimiento político, al lobby LGTB. Hasta que el Señor pudo rescatarla.
El alejamiento en la fe sucede en la adolescencia refugiándose en lo rápido, en la inmediatez. “Me refugié en el feminismo para sentir que pertenecía a algo. Era una falta de identidad. Al sentir la calidez de esta comunidad me uno a ellos”, explica. Ya olvidó la idea de quedarse en grupos de iglesia para entrar en el mundo feminista y de ahí saltar al mundo LGTB. Resalta que fue la peor etapa pero esos años fueron necesarios para volver a Dios. “Estando dentro de estos grupos me sentía protegida y bien”.
Reconocía en ese momento su bisexualidad, lo que tenía claro es que lo que realmente le faltaba era el verdadero amor de Dios.
Testimonio ofrecido por El Rosario de las 11 pm