¡Saludos Jóvenes Católicos!
En la actualidad, parece que son mejor recibidas las vocaciones tardías al celibato, personas que ya han tenido un largo recorrido por esta vida. Ciertamente, es loable la entrega de estos hombres y mujeres, pero ante la experiencia que ellos ofrecen, ¿qué podemos dar nosotros los jóvenes que sentimos esta llamada a temprana edad? ¿Cómo es comparable la renuncia de ellos con la nuestra?
Hay muchos jóvenes que llevaron una vida santa y pueden ser un gran ejemplo para nosotros, pero, en mi opinión, no hay igual a San Juan Evangelista. El discípulo amado, el cual hasta el final fue fiel a Jesucristo, pese a ser el más joven de los apóstoles.
En ocasiones, me consuela saber que San Juan pudo sentirse también un poco cohibido ante algunos con más experiencia que él, como Pedro, Mateo o su propio hermano, Santiago el Mayor. Sin embargo, Jesús lo llamó siendo más joven que los demás, con menos experiencia, y, como los otros, le siguió, dejando la barca y a su padre (Mt 4, 22).
San Juan no duda ni un solo segundo y al igual que su hermano Santiago, Simón Pedro y Andrés, lo deja todo y sigue al Mesías. Primera lección que podemos aprender del discípulo amado, cuando el Señor llama, llama y no importa donde, cuando o como, deja las redes y síguelo.
Siendo ya anciano, Juan no olvidaría su primer encuentro con Jesús y recordaría incluso a qué hora sucedió (Jn 1, 39) ¿Cómo olvidar el momento en que Cristo cambia tu vida?
Ya en los momentos finales, San Juan no se separa del Maestro y permanece junto a María a los pies de la cruz (Jn 19, 26). Él no teme a la muerte, va sin miedo, con ese espíritu aventurero propio de los jóvenes.
Los años de juventud, además de ser cortos, son esos en los que uno se caracteriza por un gran entusiasmo, fuerza física, capacidad de aprender… Sin duda muy provechosos para nuestro propio placer. Entonces, ¿qué regalo puede haber más grande que este bien preciado dedicado al Señor?
Sin embargo, vigilad, que San Juan también erró por su carácter tan fogoso e impetuoso, lo que le valió a él y a su hermano el sobrenombre de los «hijos del trueno». Como cuando le pregunta a Jesús si quería que bajase un castigo del cielo para los samaritanos (Lc 9, 54). Con el tiempo amansa ese carácter, seguramente por haber convivido tanto tiempo con Jesús, como cuando llega antes que nadie al sepulcro vacío, pero espera a que entre primero Simón Pedro, por respeto al líder de los apóstoles (Jn 20, 4-10).
Resumiendo, si sientes la llamada de Cristo, deja las redes y síguele donde Él te llame, tal y como hizo Juan. No hay excusas, como dice la canción, Señor, toma mi vida nueva antes de que la espera desgaste años en mí. Con el tiempo, llevando una vida de oración, Dios nos dará más luces. Por el momento, dale un regalo hermoso a Cristo, tu juventud.
Carles J. Andreu Font