Cuando santa Teresita de Lisieux leyó en el Evangelio que “de los que son como niños es el Reino de los Cielos” vio que esta era la forma en que Dios la llamaba a la santidad, y la llevó a la práctica de manera radical. Es la “infancia espiritual”, hacerse como un niño que sabe que su Padre celestial le cuida.
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