Cuaresma, tiempo de libertad

Cuaresma

Enrique Bonet

Hay una novela famosa de Aldous Houxley que se titula “un mundo feliz”. Es muy conocida porque siendo de 1932 predice muchas de las situaciones y manipulaciones que tenemos en la sociedad occidental. Habla de que en ese mundo feliz los gobernantes someten al mundo pero de una manera sutil; hacen esclavos sin que los que son esclavizados lo noten.

Y ¿cómo lo hacen? El sistema es conseguir que “amen su esclavitud”. Conseguir que los habitantes de ese mundo feliz escojan la comodidad y la seguridad, aunque eso les lleve a perder libertad.

En la biblia se cuenta la historia de Moisés. Los israelitas, que habían ido de invitados a Egipto, habían acabado convirtiéndose en esclavos. Sí, eran esclavos, pero cuando Moisés los saca de Egipto atravesando el mar rojo, y están en el desierto, echan de menos su situación en Egipto:

Ojalá hubiéramos muerto por mano de Yahvé en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos;

Sí, éramos esclavos, pero teníamos carne en el plato. Devuélvenos a nuestra esclavitud; preferimos tener carne que ser libres.

A nosotros nos puede pasar lo mismo -nos dice el Papa en el mensaje de Cuaresma-.

Un autor escribe: “uno no sabe que es esclavo hasta que se mueve, y nota las cadenas”.

Si a nosotros nos preguntaran: ¿eres libre? Probablemente diríamos: claro. Nadie es dueño de mis decisiones si no yo. Pero si pensamos un poco más, quizás descubramos cadenas.

Y los israelitas estaban tan bien en su esclavitud que nadie pide salir de Egipto, nadie organiza una revolución contra el Faraón. Es Dios el que llama a Moisés y les dice: ¿no os dais cuenta de que sois esclavos? Es Dios quien nos abre los ojos y nos llama desde la esclavitud.

La cuaresma es esto. Dios que nos dice: ¿no te das cuenta de las cadenas que te atan? Sal de la tierra de esclavitud.

Pero la cuestión es que nosotros nos vemos libres. ¿Yo soy libre? Hombre sí. Pero quizás, si pensamos un poco, si rezamos un poco, veremos esclavitudes; veremos cadenas de las que Dios quiere que nos libremos. Son complicadas de ver, porque en alguna manera son esclavitudes queridas por nosotros; son esclavitudes vestidas de seda. Pero que -aunque nosotros las queramos de alguna manera- el hecho es que nos quitan libertad.

¿Y a qué esclavitudes me refiero? ¿Qué puede ser eso que me ata y no soy ni consciente de ello?

A veces dependencias afectivas que no queremos o no desearíamos tener… pero que nos gustan. Que nos halagan. Que nos proporcionan goce de alguna manera.

A veces la necesidad de pertenecer al grupo que nos hace hacer cosas que no querríamos. Y eso es una esclavitud. A veces critico a alguien –que incluso es amigo mio, o que me parece mal criticar- simplemente porque es lo que se hace en el grupo… y no quiero sentirme excluido.

La esclavitud de la imagen: tengo que ser así. Tengo que responder a estos cánones de belleza. ¡Tanta enfermedad y autodestrucción por la dictadura de la imagen! ¡Tienes que ser así! Nadie te obliga con una pistola; te obligan porque te convencen de que si no eres así no vales. Nadie te querrá. Y no solo físicamente. También en tu forma de vivir. Algunas actitudes no se aceptan.

La esclavitud de los estereotipos: cómo tiene que ser un noviazgo; qué hay que hacer en San Valentín. Qué se espera de la chica. Que tiene que dar, que no puede negar. Si no lo haces así, no respondes al estereotipo y entonces eres una estrecha, eres una monja, no eres suficiente… Te están atando con cadenas, ya no eres libre. ¿Por qué tienes que hacer lo que los demás esperan de ti? ¿No es tu noviazgo, no es tu relación? Pues haz lo que quieras tu.

La esclavitud de las modas. Cuánta gente se ha gastado mil euros que no tenía en un iphone, en un Luois Vuitton, en algo de marca, mientras en el fondo de su corazón pensaba que era un derroche. Pero, ¿qué dirán si no llevo un iphone; o un bolso o una camiseta de marca? ¡Pero lo compré porque yo quería! ¿Realmente querías o te hacían quererlo? ¿Es eso libertad?

Y después está la esclavitud de las adicciones.

Una pandemia actual es la pornografía. Mucha gente que, después de unos años de tonteo, se da cuenta que no quiere eso. Que no le ayuda a ver a las mujeres como querría mirarlas. Le perjudica en su matrimonio. Es consciente que es un mundo relacionado con la esclavitud de mujeres, la trata de personas y quiere dejarlo; y se mueve, quiere apartarse; y entonces se da cuenta de las cadenas que lo atan.

La adicción del móvil. ¿Yo realmente quiero pasar tres horas al día viendo redes sociales? Seguramente no quiero; pero hay una cadena; no soy libre.

La esclavitud de la comodidad, que toda la vida se ha llamado pereza. Que nos impide conseguir las metas (estudiar más, sacar mejores notas, trabajar más y mejor) que nos proponemos cuando deseamos volar alto. Movernos más rápido. Nos damos cuenta de los grilletes que nos atan.

La esclavitud de la soberbia, que nos impide pensar bien de algunas personas. Que nos impide la convivencia. Que destroza matrimonios. Que nos ata y no nos deja perdonar. Que oscurece el clima interior del alma.

La esclavitud de la ira, de nuestra falta de control del carácter. Que nos hace decir cosas que no queremos; que nos lleva a herir a quien no queremos herir.

Al inicio de la Cuaresma Dios te pregunta: ¿eres realmente libre? ¡Muévete! ¡Detecta tus cadenas y lucha contra ellas!

Con su ayuda. Con la ayuda de los sacramentos: la confesión y la Misa saldremos de la Cuaresma más libres si nos la tomamos en serio.

La Cuaresma es “tiempo de conversión, tiempo de libertad”.