En la 28ª Jornada Mundial de la Vida Consagrada, el Papa Francisco habló sobre la importancia de cultivar “una vida espiritual intensa” que se nutre de la adoración eucarística, la oración intercesora y el silencio.
“En un contexto, donde el silencio se destierra y se pierde, la espera no es fácil, porque requiere… el coraje de frenar el paso, de no dejarnos abrumar por las actividades, de dejar espacio en nosotros mismos a la acción de Dios”. Esperar a Dios es gran parte del camino de la fe.
“Es necesario entonces recuperar la gracia perdida: volver, a través de una intensa vida interior, al espíritu de gozosa humildad, de silenciosa gratitud”, afirmó el Papa.
“Esto se nutre de la adoración, del trabajo de las rodillas y del corazón, de la oración concreta que lucha e intercede, capaz de despertar el anhelo de Dios, ese amor inicial, ese asombro del primer día, ese sabor de espera”.
Y todo esto es válido para todos los fieles, no sólo para los que se dedican a la vida consagrada.
Fuente: Catholic News Agency