El refrán popular de “año nuevo, vida nueva” invita a ser mejores personas en los próximos doce meses. Comenzamos “un año más”, después de hacer balance de lo bueno y de lo malo, como dice Nacho Cano, en la canción que lleva este título. Así surge el deseo de formular nuevos propósitos, como las típicas aspiraciones de llevar una vida saludable, dejar de fumar, hacer deporte o cultivar algún hobby.
En 2024, año bisiesto con un día más, donde algunos celebran el cumpleaños el 29 de febrero, cada cuatro inviernos, se presenta poco propicio a nivel mundial, nacional y local, tanto en lo político, como en lo social o económico. Sólo hace falta fijarnos en la incertidumbre de nuestro país a nivel constitucional e institucional, con grave riesgo del Estado de derecho y la división de poderes.
Pese a ello, me ha llevado a pensar el testimonio del aventurero Santiago Sánchez, que, tras ser liberado de una prisión iraní, en donde estuvo quince meses, ha manifestado: “No sabemos lo afortunados que somos por haber nacido en nuestro país”. Se le acusaba a este español del inexistente delito de espionaje, en un estado carente de seguridad jurídica, por el simple hecho de fotografiarse en la tumba de Mahsa Amini; esta joven murió bajo la custodia de la policía de la moral, por llevar mal puesto el velo.
Este complutense madridista, enfrascado en la misión de realizar actividades humanitarias, se tomó ese periodo de privación de libertad para ser más libre; siguió realizando su labor benefactora y convirtió la cárcel en un “campus universitario”. En el consulado le preguntaron si necesitaba algo. Contestó que lo que él había practicado con tanta generosidad: un gesto humano, una sonrisa, un abrazo. Este caso nos anima a formular el propósito de conocer las injusticias que se sufren en todo el mundo, en donde se experimenta los efectos destructivos de la guerra, como en Tierra Santa o Ucrania, por señalar los más mediáticos y actuales.
Sin olvidar a otros más ignorados como los cristianos armenios desterrados de la región de Nagorno Karabaj de Azerbaiyán, que padecen el segundo genocidio de su historia, después de 1915.
Pero para exterminios, el mayor holocausto de la Humanidad, el del aborto, con la aquiescencia de la mayoría de los Gobiernos del mundo. En 2022 ascendió a 73 millones de muertes por abortos provocados, según la organización Worldometer, que constituye el 52% del total de los fallecimientos humanos, siendo la primera causa de muerte. Han resultado proféticas las palabras de Madre Teresa de Calcuta: “Mientras haya abortos nunca habrá paz en el mundo”.
Ante la violación de los derechos humanos, todos nos deberíamos sentir ucranianos, gazatíes, israelíes, karabajíes o provida. Podemos pensar que contribuir a la justicia en el mundo excede de nuestras posibilidades. Sin embargo, el consejo de Mahatma Gandhi nos puede ayudar: “Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. Es el consejo práctico del almirante de marina de los Estados Unidos, William H. McGraven, a los estudiantes de la Universidad de Texas, en su discurso de graduación: “Si quieres cambiar el mundo empieza por hacerte la cama”. Luego explicaba que esta actividad tediosa da una pequeña sensación de orgullo y motiva a ganar otras batallas y logros. Por eso, quizás los propósitos más valiosos que podamos realizar para este año, pueden estar orientados a ser mejor personas y a trabajar nuestro carácter.
Me ha sorprendido la serenidad de los japoneses que ocupaban el reciente avión accidentado y en llamas hasta aterrizar; en los audios no se percibe ningún grito de histeria ante una situación extrema. Me parece encomiable el tesón, espíritu de lucha y superación de Rafa Nadal, que vuelve a competir después de un año lesionado y de recuperación, contra toda esperanza y sin desanimarse; tener esa disposición ya merece el mayor reconocimiento. Afrontar con este espíritu la vida nos dará muchas satisfacciones.
Y así podemos repasar otros aspectos como el del orden, que nos ayuda a multiplicar el tiempo, para llegar a todas las cosas buenas que podemos hacer; porque la sensación de que cada año se pasa más rápido —“tempus fugit”— es una realidad. También podemos fijar retos en dominar los defectos que molestan, como la prepotencia, realizar enfoques positivos, cuidar la delicadeza en el trato mutuo, ser amables, respetar la libertad.
javier.peredapereda@gmail.com