En una semana pasamos de celebrar el cumpleaños del Papa Francisco, el día 17, al del Niño Jesús, el día 25. Nada más y nada menos que eso es la Navidad. La celebración del día en que Dios nos propone acercarnos, y que le cuidemos con cariño.
Nos pregunta si le queremos reservar un rincón limpio, y quitarnos antes la suciedad, mediante el sacramento de la Confesión.
Con el mensaje de fondo de ver la relación entre el pesebre, donde nace Jesús en Belén, y el Altar, sobre el cual se hace presente el Hijo de Dios durante la Santa Misa. Sería estupendo, por tanto, que recibamos al Señor con más agradecimiento en la Sagrada Comunión.
Acercarnos al Belén, con deseos de rezar y de alegrar a Jesús, y a los demás, con nuestras obras. Contemplar así a un Niño pequeñísimo, que cierra los ojos, que aprieta muy fuerte los puños, como cualquier recién nacido.
Rafael de Mosteyrín Gordillo