Beth y Jon son padres de cinco niñas de las cuales dos sufren un enfermedad neurodegenerativa genética rara que provoca una paulatina pérdida de vista y de movilidad, también de la capacidad de razonar y conocer. Y cuyo final es la silla de ruedas o la postración en cama, donde solo cabe la alimentación por medio de una sonda nasogástrica. No existe cura ni tratamiento conocido. La mayor tan solo tiene 9 años.
¿Y cómo se puede aceptar una situación tan dura? Ellos confiesan que no sabrían cómo vivir esta situación sin la fe en Dios vivida en la comunidad de su Iglesia. Jon reconoce que no hay otro lugar al que acudir con esperanza. De hecho decidieron mudarse a menos de 15 minutos de la parroquia, para poder estar lo más cerca posible de su comunidad parroquial. En ella sus hijas Cecilia y Lily han recibido la primera comunión y la confirmación, con la alegría para ellas, sus padres y todos los que integran la comunidad. Y totalmente conscientes de lo que hacían.
Fuente: Catholik Link