El problema de los anticonceptivos es que mienten

Sexualidad

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Hay una escena en la película Vanilla Sky con un interesante diálogo entre los personajes de Tom Cruise y Cameron Díaz. Ambos estuvieron en pareja durante un tiempo, aunque nada formal. Entonces ella le dice a él:

  • ¿Cuándo te dejó de importar?
  • ¿Importar qué? – le responde él.
  • Las consecuencias de las promesas que hiciste – sentencia ella.

El personaje de Cruise la mira extrañado y hasta se ríe de lo que él piensa que es una broma. Pero más adelante ella redobla la apuesta:

  • Tuvimos relaciones cuatro veces. Estuviste dentro mío. Eso significa algo. (…) ¿No sabes que cuando duermes con alguien tu cuerpo hace una promesa, lo quieras o no?

Este diálogo es sumamente interesante porque revela que hasta Hollywood reconoce que el sexo es algo más que mero entretenimiento. Mas aún, ¡el cuerpo humano hace promesas! Es decir, el ser humano habla no sólo con sus palabras, sino con todo su cuerpo, y ese lenguaje significa algo. Pero ¿qué es lo que el cuerpo quiere decir cuando tiene relaciones sexuales con otra persona?

La promesa del cuerpo

Hay una serie de reacciones biológicas en el cuerpo que nos pueden ayudar a comprender algunas cuestiones en torno a la atracción sexual. Probablemente la lista quede corta, pero mencionemos sólo algunas:

#1

El personaje de Cameron Díaz tenía razón: cuando duermes con alguien el cuerpo hace una promesa. Durante las relaciones sexuales se libera oxitocina, una hormona que actúa sobre los sistemas del cerebro relacionados con el refuerzo positivo. Es decir, con el placer, incrementando la complicidad, afecto y confianza con la pareja. Por lo tanto, funciona como una especie de “pegamento” que promete cercanía entre ambas personas.

#2

Cada vez que una mujer está ovulando atrae al hombre por su olor natural. Es decir, en su período fértil la mujer despide mayor cantidad de feromonas, lo cual incrementa el nivel de testosterona en el varón y hace que se sientan mutuamente atraídos.

#3

Si la mujer toma la píldora anticonceptiva, prefiere el olor de las feromonas del mismo tipo que el suyo. Esto puede resultar peligroso, porque significa que los sistemas inmunes de ambos terminan siendo muy parecidos y eso dejaría a un eventual hijo con menos posibilidades de protección ante enfermedades. En cambio, si la mujer no toma la píldora, ella se siente atraída hacia un varón con un sistema inmune diferente, lo cual hace que sus hijos tengan un abanico más amplio de defensas ante las enfermedades.

¿Qué significa todo esto? ¿Son sólo reacciones químicas aleatorias o están queriendo expresar algo acerca del amor que buscamos?

La promesa de la persona

En los últimos años, la ciencia nos ha demostrado que las reacciones exteriores del cuerpo manifiestan el mundo interno de la persona: sus emociones, sus pensamientos, cuando mentimos, cuando decimos la verdad, etc.

Pero hay mucho más por descubrir. Según San Juan Pablo II, el cuerpo expresa la persona. Es decir, a través del cuerpo humano visible podemos ver algo del misterio invisible de la persona: quién es el otro, quién soy yo, cómo es el amor que deseo, etc.

“El hombre y la mujer están llamados a expresar ese misterioso «lenguaje» de sus cuerpos en toda la verdad que les es propia. Por medio de los gestos y de las reacciones, por medio de todo el dinamismo, el cuerpo en su acción e interacción, a través de todo esto «habla» el hombre, la persona. El hombre y la mujer con el «lenguaje del cuerpo» desarrollan ese diálogo, se expresan a sí mismos en la medida de toda la verdad de su persona.” (Juan Pablo II, Teología del Cuerpo 123, 4).

¿Qué es, entonces, lo que nos dicen esas reacciones hormonales de las que hablamos anteriormente? Mas aún, ¿cuál es la verdad que el cuerpo comunica?

Dice que la unión de los dos en una sola carne es capaz de expresar una comunión de amor que puede engendrar vida. Dicho de otro modo, los organismos del varón y de la mujer poseen órganos sexuales que están organizados el uno hacia el otro. Es decir, la comunión de los cuerpos es la expresión externa de la comunión interna de las personas: el amor de ese varón y esa mujer es tan real que es capaz de crear vida nueva. Como decía el personaje de Cameron Díaz: tu cuerpo quiere hacer esa promesa, sea que tú lo quieras o no.

Promesa de ¿amor?

Es por ello que el amor no puede reducirse al deseo sexual, ni a una pasión pasajera. No es que no importen las emociones o la atracción sexual, pero es mucho más que eso. Como decía Juan Pablo II, la atracción física y las emociones son la «materia prima» del amor. Pero es un error considerar a la materia prima como la «forma terminada».

Pero entonces, ¿qué es el amor? Podríamos describirlo así: es la entrega libre, total, fiel y fructífera hacia el otro. Pensémoslo por la vía contraria, ¿quién desearía ser amado por obligación, de forma parcial, con engaños y de forma estéril? ¡Nadie! Sin embargo, a veces vivimos un amor mentiroso. Es decir, con nuestro cuerpo podemos decir cosas que no quisiéramos decir en verdad.

Por ello el Papa polaco afirmaba que el cuerpo tiene un lenguaje propio. Así como con el lenguaje de nuestras palabras podemos decir verdades o decir mentiras, con nuestro cuerpo también podemos hacer lo mismo. ¡Y por supuesto que ninguno de nosotros deseamos que se nos mienta! Queremos conocer la verdad… aún en el acto sexual.

Mentiras que matan

El punto es el siguiente: el sexo está creado como una forma de compartirse a uno mismo en los niveles más profundos, vulnerables e íntimos. Es posible vivir el sexo y no compartirse a ese nivel, pero eso es dividir internamente a la persona, es decirse mutuamente: quiero tu cuerpo, pero no te quiero a ti por completo, prefiero que tu fertilidad quede fuera. Eso es rasgar internamente a la persona, es separar el cuerpo y el alma. Y esa es la misma definición de muerte: la separación del cuerpo y el alma.

No podemos seguir pretendiendo que las relaciones sexuales vividas así son simplemente una actividad placentera. Por el contrario, causan una herida real y profunda en el corazón humano, aún dentro del matrimonio. Basta con ver las tasas de divorcio: dependiendo del estudio que se tome, las tasas de divorcio entre las parejas que usan métodos anticonceptivos artificiales llegan al 39%, mientras que entre las parejas que usan métodos naturales abiertos a la vida apenas llega al 3%.

Juan Pablo II lo expresa así: “la donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que está presente toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se donaría totalmente.” (Familiaris Consortio, 11)

Si el sexo es una manifestación no sólo del propio cuerpo sino de la persona en el nivel más íntimo -en otras palabras, si el sexo es experimentado de forma tal que no separa el cuerpo y el alma- entonces hay una promesa que se hace carne: «nunca te dejaré; nunca te desampararé» (Cf. Dt. 31, 8). Ese es el amor que exige el corazón humano totalmente desnudo. Y esa promesa se llama matrimonio.

***

Es interesante ver cómo las promesas que los novios se hacen con el lenguaje de sus palabras el día de bodas la expresan con el lenguaje de sus cuerpos la noche de bodas. En el ritual de casamiento, a los novios se les pregunta: “¿vienen libre y voluntariamente a contraer matrimonio? ¿Se comprometen a amarse y respetarse durante toda la vida? ¿Se comprometen a colaborar en la obra creadora de Dios, asumiendo la responsabilidad que les toca en la comunicación de la vida?” A todo ello responden que sí. Es decir, se comprometen a vivir el amor que sus corazones realmente desean: libre, total, fiel y fructífero. En la noche de bodas, si el lenguaje de sus cuerpos es coherente con el lenguaje de sus palabras, encarnarán ésa misma comunión de amor que tiene la capacidad de abrirse a la vida. Se estarán diciendo la verdad mutuamente, con sus palabras y con sus cuerpos. Y el amor demanda la verdad.

P. Elias Duff para Ama fuerte