El ser humano no tiene un cuerpo sino que es un cuerpo. ¿Cómo podemos orar con nuestro cuerpo? No hay oración más hermosa y bella que la que nos enseñó Jesús: el Padrenuestro.
Oremos así: PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS.
Levanta tus brazos intentando encontrarte con nuestro Padre Dios. No es que lo busquemos a Dios en la altura. Dios está en todas partes. Simplemente queremos recordarnos a nosotros mismos que nuestro origen está más allá de nosotros mismos. Venimos de Dios y viajamos hacia Él.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE.
Cruza tus manos sobre tu pecho. Respira profundo porque en Él la vida bulle y tú estás en Él como la gota de agua está en el océano.
HÁGASE TU VOLUNTAD EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO.
Ponte de rodillas porque nunca el ser humano es tan grande como cuando se postra ante su Dios. Piensa que eres tierra y que en tierra te convertirás. Piensa también que después de eso, Dios te va a recrear y te va a dar un cuerpo nuevo y eterno. Un cuerpo sin capacidad de sufrir. Un cuerpo para el cual no hay puertas ni ventanas que no pueda atravesar. Un cuerpo que, como el pensamiento, podrá ir de un sitio a otro. Un cuerpo que ya no va a sentir necesidad de luz porque Dios, que es claridad, te va a alumbrar con su propia luz.
DANOS HOY NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
Ese pan que pedimos para mí y para todos. Con ello le estamos pidiendo a Dios no solo el pan corporal sino también el pan de la fe, la alegría de la paz, el pan del trabajo, de sentirnos todos hermanos.
COMO TAMBIÉN NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.
Abre de nuevo tus brazos como queriendo abrazar a todos los que tú sientes y ves que no te quieren. Piensa que Cristo en la cruz los tiene también abiertos para perdonarte a ti, y con ese perdón poder correr a los que no te regalen su amor. No bajes tus brazos hasta que Cristo baje los suyos.
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN.
Ponte de pie y tápate la cara con tus manos. Piensa que nuestro Padre Dios es perdón, compasión, paciente; te busca con cariño y deseo de darte el abrazo de su perdón.
LÍBRANOS DEL MAL.
Levanta tus brazos y pídele a Dios, no que te libre de las tentaciones, sino de caer en ellas. De esa manera, Él te irá haciendo a su imagen y semejanza.
Clarisas Capuchinas de Murcia.