Como cada año desde 1993, la Hospitalidad de Lourdes en Zaragoza ha peregrinado al santuario francés, donde ha desarrollado su voluntariado desde el 30 de junio al 3 de julio. Una vez más, varias personas residentes en los centros penitenciarios aragoneses han colaborado con la Pastoral Penitenciaria archidiocesana en esta ocasión. También han tenido la gentileza de compartir su testimonio personal.
«No es la primera vez que acudo a esta peregrinación, ya vine estando dentro de prisión». Lleno de alegría, transmitía así su pasión uno de los integrantes, que ha repetido la experiencia, gozando ya del tercer grado. “Fue impresionante ya entonces y ya entonces decidí volver. Para mí, si Dios quiere, esta peregrinación va a continuar en el tiempo”. “Esto es tan grande y profundo”, secundaba otro voluntario.
Acompañando a los internos, acudieron cuatro miembros de la pastoral, con Isabel Escartín a la cabeza. Juan Antonio, de Teruel, apuntaba: “Es mi tercera experiencia, muy distinta de las otras. Este año, no he venido tanto como voluntario como peregrino. Y me ha enriquecido mucho. En dos cosas. Primero, que me ha permitido rezar y reflexionar mucho más. Y hacer una oración de intercesión por unas personas concretas que necesitan el apoyo de la Virgen. Mi oración ha sido una oración machacona que, aunque solo sea por eso, va a tener respuesta. Aquí te encuentras con el sufrimiento y la fragilidad”.
La Misericordia asume rostros concretos
La Misericordia se hace presente durante la peregrinación en diversas formas, como lo hizo con uno de los integrantes de este grupo, el cual se ha visto afectado por la enfermedad: “Dos razones pueden alcanzar a traumatizar a una persona y ponerla entre las cuerdas. Una de ellas es la pérdida de la salud y otra, la pérdida de la libertad. Algunos nos hemos enfrentado a la pérdida de ambas. Por tanto, aparecer en Lourdes es muy satisfactorio. Si queremos salir de una situación crítica, tenemos que recurrir a nuestra madre”. Con esta fe subraya este voluntario la importancia de acudir a la Virgen: “Nos ampara, nos protege, nos cobija, nos genera ilusión y sobre todo esperanza para afrontar nuestros problemas».
El cántico tradicional Tomad, Virgen pura, nuestros corazones. No nos abandones jamás, jamás ha sido uno de los más repetidos en cada celebración. Uno de los voluntarios aplicaba así la letra a su situación: “Ampararnos debajo de su manto. Y pedirle, por favor, que no nos abandone jamás. Sabiendo que no lo va a hacer, porque madre es Madre: Lourdes y Merced”. La Virgen de la Merced es la patrona de las instituciones penitenciarias.
“Agradezco a la pastoral penitenciaria todo lo que está haciendo por mi. No puedo describir mi emoción, porque es la primera vez que vengo y me siento muy feliz. El paso que me han ayudado a dar es grande y lo llevo en el corazón”, explicaba otro interno.
Una experiencia tan honda como esta es capaz, incluso, de abrir horizontes, tal y como afirmaba el voluntario más mayor de la Pastoral Penitenciaria, con 65 años: “No soy muy dado a estas creencias pero esta experiencia me está haciendo cosquillas por dentro”. Otro lugar de encuentro con la Trascendencia es el propio encuentro con el enfermo, que ha resultado ser transformador para este voluntario, músico y artista: “He estado escuchando a mi enfermo, y nos hemos conocido casi a nivel familiar. Me ha hablado de su hija, su perrita, su marido. Y luego la amistad se ha ido asentando. Es una mujer muy cañera”.
Más de 400 personas han acudido este año a la peregrinación
“En estos últimos tiempos, que han sido tan difíciles, cuando la humanidad, probada ya por el trauma de la pandemia, se ve desgarrada por el drama de la guerra, María reabre para todos”. Estas palabras que el Papa Francisco escribía con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud que va a celebrarse en Lisboa describen la acogida que los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria de la archidiócesis de Zaragoza han experimentado por parte de la Virgen de Lourdes. Así lo expresaba uno de ellos: “Hay que descalzarse al entrar en la cárcel porque ahí está Dios. Es un sagrario grande. Es Dios, que se revela en el sufrimiento, igual que aquí en Lourdes”. Y otro apuntaba: “Y esto sigue, esto continúa. Esto es para siempre”.
Luis Sierra para Iglesia de Aragón