Podemos ver el matrimonio como un salto al vacío, una «chaladura»… O por otro lado, verlo como un auténtico privilegio, puesto que alguien me ha entregado su vida… «Me ama tanto, que está dispuesto a darme un Sí conmigo hacia un futuro incierto, pero no porque vaya a ser malo, sino porque hay que crearlo, porque hay que construirlo». Y para esto necesitamos contar con la admiración: hacia mí, hacia el otro.
Admirar a tu esposo-a es poder contemplarle y saber rápidamente qué te enamoró de él, de ella; y ahora, poder responder: ¿Quién es hoy para que yo sea tan feliz al lado de esa persona?
¿Qué te gusta más de él/ella? ¿Cuáles son sus sentimientos que más te agradan? ¿Qué actitudes, hábitos y conductas del otro te hacen sentir mejor?
Pasemos a la acción: Coge un boli y un folio en blanco. Enciérrate y piensa en él/ella. Y en positivo, hazte estas preguntas y rellénalo. No importa si son cosas pequeñas. Examina todos esos aspectos que te encantan de él/ella y escríbelos. Luego, pídele al otro que haga lo propio. Y luego, compartid lo que está escrito. Díselo. Dile que te agrada aquello y lo otro. Y agradéceselo.
A partir de entonces, centrarte en lo mejor será una estrategia clave para mantener el aprecio que le tienes, que es muy real y -probablemente- más verdadero que esas historias que te creas cuando le echas a veces en falta alguna cualidad, virtud o actitud.
Finalmente, si te confiesa lo que le gusta de ti, ¡procura mantenerlo! Porque de alguna manera debemos compensar ciertas carencias que pueda percibir de ti mentalmente.
¿Te atreves a empezar tú a asegurar la admiración en tu matrimonio?