Paul Ponce es la sexta generación de artistas, de malabaristas. De padres jóvenes fueron viajando por el mundo y así fue su niñez. A los 7 años en la ópera escocesa le vieron hacer malabares y le contrataron. “Recuerdo los nervios que pasé”. Fue el comienzo de toda una carrera actuando en diferentes escenarios del mundo. Recordaba a su madre arrodillándose en la caravana para rezar. Aún así sus padres no tenían mucha formación católica.
No obstante, bautizaron a Paul, al igual que cuando estaban de viaje en Londres que por insistencia de él pudo hacer la comunión. Después de esto su padre le comentó que cuando se casó por la iglesia tuvo que confirmarse. “Trabajando en el casino de las Bahamas pedí la confirmación para no tener problemas de mayor a la hora de casarme. Pero no por convicción”, comenta.
Testimonio ofrecido por el Rosario de las 11 pm