Uno de los símbolos más importantes de la Pascua de Resurrección es la luz. Para los cristianos la luz es el símbolo de Cristo resucitado, vencedor del mal y la muerte, por ello el cirio pascual preside la celebración y todos los fieles recibimos esa luz.
La Iglesia nos invita con este tiempo litúrgico a salir del sepulcro, a resucitar con Cristo, a quitar esa piedra y dejarnos iluminar por la luz de Cristo Resucitado.
La Resurrección de Jesús es una gran llamada a la Evangelización, a ser luz y llevar la luz a otros.
Dice San León Magno que Jesús se apresuró a resucitar cuanto antes porque tenía prisa en consolar a su Madre y a sus discípulos. El mundo con su muerte se había quedado a oscuras, solo la virgen era un faro en medio de tanta oscuridad. Esto puede ser un paralelismo de lo que puede pasar hoy en nuestra sociedad, vivimos inmersos en una sociedad a oscuras, sin
luz, detestamos la luz por nuestras obras, ya está escrito en Juan 3,19-21 «Este es el juicio; que la luz vino al mundo y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas».
Aprovechemos este tiempo pascual para primero resucitar con Cristo, dejarnos iluminar por la luz de Dios, y poder ser luz para todos aquellos que viven en la oscuridad, por todos aquellos que detestan esa luz por sus malas obras, anunciar la realeza de Cristo con nuestras palabras y con nuestras obras.
Que no nos quedemos solo en la pasión, no nos quedemos solo en la Semana Santa, vamos a dar un paso hacia delante y anunciemos a todas las naciones «hasta los confines de la tierra» este mensaje de gozo y de esperanza, que has muerto en la cruz por mí para que yo no perezca, para que tenga vida eterna, para que me salve, y sobre todo que has resucitado, que estás vivo, que nos amas y que permanecerás con nosotros hasta el final de los tiempos.
¡CRISTO HA RESUCITADO! ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!
Francisco Gatica de la Llave.