Entramos en la Semana Santa, y puede que la Cuaresma se te haya hecho un poco bola, te haya pillado el toro y no estés tan preparado como te gustaría para acompañar a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección.
Si es así, te propongo algo sencillo pero útil que puedes hacer estos días para hacerte el cuerpo y el corazón a lo que está por suceder.
En un momento en el que tenemos los sentidos completamente contaminados, te propongo que busques con ilusión, impaciencia e inquietud la Cruz a través de los 5 sentidos.
A día de hoy, nos llenan la vista de imágenes hipersexualizadas que terminan anulando nuestra sensibilidad. Los oídos rebosan de críticas, quejas y peleas, que conforman la melodía de cada día en las redes, los medios de comunicación o las conversaciones de cafeterías. Nos sobreexcitan con los modos de tacto que se promueven, y consiguen así que nos cosifiquemos unos a otros, haciendo que nos quedemos en lo meramente carnal o terrenal y nos olvidemos de considerar lo sobrenatural de cada uno. Por el gusto perdemos muchas veces el dominio de uno mismo: “rápido y mucho” es el lema de las grandes industrias. ¿Dónde queda el señorío de esperar y decidir por uno mismo sin ser esclavo de lo que nos hacen desear?
Yo, en vez de esto, te propongo que estos días llenes tus sentidos de la Cruz.
Que por la vista, la mires mucho durante la misa o la confesión, la tengas de fondo de pantalla del móvil, la pongas encima de la mesa de trabajo o estudio, la tengas visible en un sitio en el que pases mucho tiempo, etc.
Por el oído, puedes aprovechar tus ratos libres o de trayectos para escuchar algún pódcast sobre la Pasión, acudir a alguna meditación, retiro u Hora Santa, puedes ponerte canciones que te ayuden a pensar en ello (ya sean marchas de Semana Santa o canciones de Hakuna o de cualquier otro grupo que te guste) o incluso alguna película (como la Pasión, Ben-Hur…). También puedes buscarla por los oídos al sacar algún tema de conversación más profundo que te ayude a reflexionar sobre lo ocurrido en estos días, e incluso, cultivando el silencio en algunos momentos.
Por el tacto, puedes rezar el rosario con él en mano, llevar un crucifijo en el bolsillo de la chaqueta o de los pantalones para que metas la mano de rato en rato y lo toques con cariño, besarlo de vez en cuando durante el día, etc.
Por el gusto, comulga todas las veces que puedas esta semana, ayuna si te ayuda, ofrece algún caprichito, “más de lo que menos te gusta y menos de lo que más te gusta” a veces funciona para hacer ese sacrificio que nos acerca un pelín a la Cruz. También puedes preparar esa comida de Semana Santa que es tradición en tu familia y rezar por ellos mientras la haces.
Y siendo el olfato un sentido más complicado, solo puedo decirte que a mí me ayuda mucho el olor a incienso en ese recogimiento; y que, por lo tanto, salir por las calles y empaparme de ese olor, de ver las procesiones, de escuchar las marchas, de rodearme de gente adorando a la Virgen y a Cristo… me acerca y me prepara para la Pasión. Pero esto es algo muy personal.
Lo que vengo a decirte es que, con cuidado de no caer en un vivir de sensaciones y emociones; tener en cuenta que somos personas con un componente sensorial, además de uno racional, puede venirnos bien para aprovecharnos de ello y buscar acercarnos a Dios también a través de nuestros sentidos. Si sabemos que lo que vemos, oímos, tocamos… nos afecta, cala, acaba configurando nuestra imaginación, deseos, inclinaciones… ¿Por qué no ser lo suficientemente espabilaos como para poner a Dios en esos canales que acaban desembocando en nuestro corazón?
Es cierto que no nos podemos quedar en esto, y que para entrar en intimidad con Cristo tendremos que profundizar en la oración, deberemos formarnos bien, tendremos que meter voluntad, fe, cabeza y corazón. Pero no es menos cierto que los sentidos pueden ayudarnos en ese primer entrar/conectar. Puede ser un primer paso, o un extra a otros muchos medios de acercarnos a Jesús; cada uno según lo necesite en el momento de su vida espiritual en que se encuentre. Pero creo que no debemos ser ni excesivamente sensacionalistas, ni excesivamente elevados; porque si Dios nos ha querido no con 1, sino con 5 sentidos para disfrutar y amar el mundo, ¿cómo no va a querer que lo encontremos y disfrutemos de Él también a través de ellos?