Hoy es el cumpleaños de mi hermana y, como desde hace ya algunos años, me dice: me felicitarás por partida doble. Por supuesto, le contesto. Mi hermana, como muchas mujeres, está super orgullosa de ser mujer y de tener una pequeña familia numerosa. Pero hoy no quiero hablarte de lo orgullosa que está mi hermana, sino de otra gran mujer de la que sus hijos deberíamos sentirnos orgullosos: La Iglesia.
Ella, nuestra buena madre, con sus cosas, nos cuida y nos protege, pero ¿sus hijos estamos orgullos de ella? La respuesta depende de lo bien que hablemos de ella. No son pocos los hijos de esta buena madre que la ignoran, no se acuerdan de ella o hablan más de sus defectos que de sus virtudes.
Mi madre, a la que quiero, tenía sus pequeños fallos, como todos, pero ningún día de mi vida faltó la cena en mi plato. Ella, lo que esperaría de mi, es que estuviera orgulloso de ella.