Tirar del hilo es un libro de memorias, una galería de personajes memorables, una crónica de los años dorados del periodismo, una colección de rutas montañeras, una guía de lecturas provechosas y es también una cierta aproximación a algunos misterios de la condición humana.
Conocí al periodista navarro, Javier Marrodán, en el Colegio Mayor Belagua, Torre II, en los comienzos de los años ochenta del siglo pasado, cuando él comenzaba sus estudios universitarios y yo acababa de defender mi tesis doctoral en historia de la Teología en la Universidad de Navarra y daba clases en la Facultad de Teología de Historia de la Iglesia y de otras variadas y múltiples asignaturas, mientras escribía artículos, hacía reseñas, era el secretario de una revista de teología e impartía clases, meditaciones y, sobre todo, dedicaba muchas horas a hablar con universitarios navarros y de otras ciudades de España y de todo el mundo que venían a aquella universidad y a aquella Torre de alojamiento, siempre llena de vida de empuje, de ilusiones y de proyectos (558).
Eran años donde el zarpazo diario del terrorismo de ETA y del clima violento de los abertzales se cruzaba con los chantajes morales y donde la presión del entorno de ETA en Pamplona y muchas zonas de Navarra era asfixiante. Mientras, la democracia incipiente luchaba por abrirse camino y avanzábamos hacia la maduración del estado moderno, con los largos años de los socialistas en el poder y la transformación social y económica. A la vez, el Santo Padre vino a España en el año 1982 y trajo un impulso, una esperanza y una vitalidad espiritual de la que todavía vivimos, pues San Juan Pablo II llegó hasta el último rincón de España, y, también nosotros, le tuvimos en Javier, en un inolvidable encuentro (557).
Me ha divertido y emocionado leer tantas crónicas escritas por Javier a lo largo de estos años y me ha conmovido ver su profunda aportación a través del periodismo de investigación para esclarecer los hechos, aclarar las responsabilidades y, sobre todo, mostrar los errores de aquellos idealistas que se saltaron impunemente la dignidad de la persona humana y la libertad, hasta fracasar como políticos, ideólogos y personas, sin haber pedido perdón ni reconocido sus errores. Es una maravilla poder comprobar cómo Javier Marrodán ha madurado como escritor, periodista y narrador a través de sus lecturas y del ejercicio del oficio periodístico alcanzar esa pluma ágil, certera y agradable que el lector sin duda disfrutará.
Hay una escena conmovedora en este libro de recuerdos: la conversación de nuestro protagonista con Juan Manuel Mora incorporado a Pamplona para trabajar en la Universidad de Navarra, quien le propone que abandone el Diario de Navarra y se transforme en profesor universitario de la Facultad de Comunicación y director de la célebre revista Nuestro Tiempo. Según nos narra Javier, en la conversación, Juanma Mora le habla de su pena por que Javier siempre había sido un periodista navarro cien por cien, verdaderamente cronista de su tierra y de su pueblo. La respuesta a aquella preocupación son las páginas siguientes donde se muestra como Nuestro Tiempo y Javier se hicieron más navarros que nunca y contaron al mundo la verdad de lo que estaba pasando en Navarra y en la Universidad. El futuro libro de Javier Marrodán queda anunciado en las páginas finales del libro (567).
Reseña de José Carlos Martín de la Hoz para Club del lector